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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos caras del espacio

EL MUNDILLO espacial ha estrenado año mostrando con brillo las dos viejas caras de la moneda en órbita: por un lado, la NASA regresa a la Luna, que abandonó hace 25 años cuando había consumido los beneficios, sobre todo políticos, de la costosa aventura del programa Apolo que llevó a 12 de sus astronautas a la superficie lunar. Por otro, los rusos insisten en seguir un año más con ese mamut orbital que es la estación Mir.Esta vez, el regreso de la NASA a la Luna se hace con una estrategia radicalmente diferente, de eficacia estrenada con las misiones a Marte del verano pasado y que la misma NASA resume con el lema Más barato, más rápido, más pequeño. Consiste en construir en poco tiempo naves que incorporen los avances tecnológicos del momento, que no vayan atiborradas de experimentos irrepetibles y que si se pierden no supongan un descalabro de difícil recuperación. La Lunar Prospector, con sus apenas 300 kilos de peso, lleva cinco detectores, ninguno de ellos una cámara con la que atraer fácilmente la atención de los ciudadanos que costean la aventura espacial. Reportará, sin embargo, muchísima más información científica, bien planeada y con una perspectiva global, que los pocos experimentos oportunistas que los astronautas hicieron allí en los años sesenta y setenta. Con esta nave de bajo coste se podrá por fin conocer algo mejor la aún muy enigmática Luna, por próxima que nos resulte.

Frente a esta gacela del espacio, Rusia ha anunciado su intención de mantener todo un año más abierto su moribundo y heroico mastodonte, la estación espacial Mir, con sus problemas endémicos, víctima del envejecimiento y una gestión plagada de deficiencias políticas y económicas en un programa espacial desmoronado. Previsiblemente, habrá, mes a mes, más fallos del ordenador de a bordo y más crisis de energía en los módulos destartalados. Y más sustos para los astronautas, que realizarán arriesgados paseos espaciales para reparar esta instalación, cuya principal utilidad para Rusia es mantener abierto el flujo de dólares y colaboración política que le llega por este grifo espacial.

La intención es mantener la Mir en funcionamiento hasta que se inaugure el nuevo y vigoroso gran proyecto, la estación espacial internacional Alfa, a principios del año próximo. Pero ¿qué puede aportar ya la Mir? Nada desde el punto de vista tecnológico, más allá de alguna experiencia adquirida por los astronautas, en condiciones extremas, en las operaciones de mantenimiento. Desde el punto de vista científico, la esterilidad de la vieja estación orbital es manifiesta. Y, en principio, resulta poco favorable en la nueva el balance previsto entre inversión y resultados.

En aras de la eficacia, la mayoría de los científicos se inclina desde hace anos por las misiones espaciales no tripuladas y bien planeadas, como Lunar Prospector. A bordo no va un candidato a mito como Neil Armstrong, sino unos cuantos kilos de chips y sensores de alta tecnología. Seguramente los científicos tendrán en el futuro que ir al espacio, pero todavía no es imprescindible y cuesta mucho dinero.

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