Donde los Reyes no llegan
El Movimiento contra la Intolerancia denuncia la miseria del poblado de Cañada Real
, Hay sitios donde la Navidad pasa inadvertida.Donde no hay ni un solo árbol adornado con luces y estrellas, donde no suenan villancicosni se comen roscones, donde no se ven belenes y en los que niños se acuestan la noche del 5 sin saber que al día siguiente vienen los Reyes Magos. Lugares en los que la miseria y el barro entierran el espíritu navideño. Es el caso del poblado chabolista de Cañada Real, en el municipio de Rivas-VaciaMadrid. Allí malviven cerca de 200 personas, de las que 60 son niños. La asociación no gubernamental Movimiento contra la Intolerancia visitó ayer el poblado para regalarles ilusión, 400 juguetes, 50 sacos de ropa y 200 kilos de comida. "Se trata de denunciar la penosa situación que sufre esta gente [por los habitantes del poblado], que no sabe casi ni lo que es la Navidad", lamentó Esteban Ibarra, portavoz de la asociación.
El poblado de la Cañada Real surgió hace ahora cuatro años. El Ayuntamiento trasladó allí a los ocupantes de las chabolas de San Blas para urbanizar el suelo que ocupaban bajo, la promesa de realojarles en viviendas dignas. Pero los chabolistas siguen esperando, ya muy escamados: "El alcalde tiene que venir aquí para que se le caiga la cara de vergüenza al ver cómo ha dejado a esta gente. Viven en una situación penosa", denunció Ibarra.
Movimiento contra la Intolerancia llevó ayer muñecas, pizarras, balones y triciclos a las chabolas. Esto revolucionó a los chavales, aunque han tenido que esperar hasta esta mañana para recibirlos. Para muchos hoy es su primer día de Reyes.
"Este ha sido el primer gesto en lo que será una campaña de apoyo constante hacia este poblado", aseguró Ibarra. "No pararemos hasta que el Ayuntamiento cumpla su promesa y realoje a esta gente", concluyó.
La entrega de bolsas de lentejas, garbanzos, judías, arroz y café, hasta sumar 200 kilos, ayudó a las familias. "Aquí se come mal y poco", se quejaba Ángel, de 32 años, que había ganado 1.500 pesetas en todo el día. "Con este dinero tienen que comer cinco personas", se lamentó.
La imagen que presentaba el poblado ayer era tétrica. Las calles eran lodazales y las casas, fabricadas de una frágil madera, estaban abombadas por las recientes lluvias. Parecía que se iban a caer en cualquier momento. En cada chabola vivía una media de cuatro personas. Sus ocupantes hantenido que desalojar a las bichas [culebras] o a las ratas de su propio dormitorio en numerosas ocasiones. Los rostros, con arrugas profundas, de loschabolistas hacen que la gente aparente ser mucho mayor de lo que en realidad es. Los perros caminaban despacio, cargados de garrapatas. Estas les absorben la sangre hasta la muerte.
Las enfermedades y las heridas se agravan e infectan debido a la suciedad del entorno. Fue lo que le sucedió a María Mendoza Amador, de unos 40 años, que se clavó un alambre en el pie y estuvo cinco días en la cama con una fiebre terrible porque se le infectó la herida. "En el hospital casi me cortan el pie. Dijeron que tenía gangrena", explicó con la extremidad vendada. Sus pasos han quedado marcados con una fuerte cojera.
Los niños son los más perjudicados por la miseria. Algunos no saben ni lo que es la Navidad. Los únicos juguetes que tienen se los consiguen sus padres o familiares cuando hacen sus rutas en busca de chatarra. Casi siempre están rotos y les faltan piezas. Las bicicletas que montan son una macedonia de recambios, unidos a base de destornillador y llave inglesa. Las ruedas apenas duran unos pocos días porque se pinchan con la basura que hay en el suelo. Lo mismo pasa con los balones.
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