Horarios de cierre

Resulta increíble la cantidad de despropósitos, orales y escritos, que están saliendo a la luz durante los últimos días con motivo del mantenimiento oficial de los horarios de cierre de los "Iocales de pública concurrencia" en la Comunidad de Madrid. Quiero dejar constancia, en primer y destacado lugar, de que mi ideología política está en las antípodas de la del PP, poco tiene que ver con la del PSOE y sólo en ocasiones conecta con la de IU. Dicho esto, no puedo dejar de sorprenderme al comprobar las reacciones de la oposición de izquierdas al Gobierno de la Comunidad ante el decreto de horarios, entre las que pueden citarse las demagógicas declaraciones del diputado de IU Adolfo Luxán (El País Madrid, 18 de diciembre), sobre "liberalizar las costumbres" o su afirmación de que es "necesario hacer legal lo que es real en la calle". El mantenimiento de los actuales horarios no es sino un mal menor que no creo que perjudique a nadie.En la actualidad, gran parte de los antiguos bares de Madrid -por referirme a mi ciudad- han dejado de ser lo que eran. Ya hace años que muchos optaron por convertirse en falsos y cutres pubs o discopubs, para dedicarse a actividades más propias de discotecas que de bares. Desde hace algún tiempo, han desaparecido esos pubs, trastocados en "bares de copas". Gran parte de estos locales incumple reiteradamente la actual normativa sobre horarios, cerrando sus puertas una o varias horas después de lo que les está permitido. La autoridad no es que haga la vista gorda, es que no tiene interés alguno, y puede que tampoco medios, para actuar. Sin embargo, al vecino que pueda sentirse molesto por tales actividades aún le queda el recurso de denunciar la situación pese a que casi nunca se haga nada.

Que no argumenten determinados políticos y algunos lectores de EL PAÍS que las autoridades coartan la libertad de los madrileños, o que van a dejar a la ciudad sin turistas, o que la gente montará más jaleo en la calle por no poder pasar la noche en locales públicos. La libertad de cada cual nada tiene que ver con horarios comerciales y, por lo que se refiere a la suciedad de calles y parques o a la simple movida callejera nocturna, a nadie se le oculta que no tiene relación alguna con que estén abiertos o cerrados los bares.

Si tanto preocupa a nuestra peculiar izquierda la libertad de los madrileños para divertirse, les propondría que se preocuparan de otras cuestiones mucho más serias.

Entre las más evidentes, por no salir del tema de los locales, la de que se diviertan, consuman y "se sientan libres" con alguna seguridad.

Por último, un toque a EL PAÍS: su alineación con las posiciones contrarias al decreto de horarios comerciales resulta, o me parece, un tanto descarada.-