Sentencia decisiva
POR FIN la justicia egipcia ha puesto un dique a la execrable costumbre -muy extendida en África- de la ablación femenina. La decisión de la Corte Suprema Administrativa de Egipto de prohibir la mutilación de los órganos genitales femeninos en los hospitales de la nación no sólo declara por primera vez en un país árabe la sinrazón y barbarie de semejante práctica, sino que, además, la sentencia de la Corte la declara ajena al Corán y a las costumbres expresadas por Mahoma, el profeta del islamismo.La mutilación del clítoris es una costumbre muy extendida en África, y sobre todo en Egipto. Algunas encuestas aseguran que el 97% de las mujeres egipcias menores de 50 años y mayores de 17 han sufrido esta mutilación. Otros cálculos, más imprecisos pero igualmente preocupantes, indican que unas 6.000 niñas son sometidas diariamente a esta agresión en todo el mundo, que tiene graves secuencias fisicas -incluso la muerte- y píquicas. Las raíces históricas de la ablación tienen más que ver con la superstición popular y con el integrismo más exaltado que con el islamismo. Por esa razón es tan importante la interpretación de la Corte Suprema egipcia -cuya decisión ya no puede ser recurrida- de separar la práctica de la ablación de las tradiciones islámicas el Corán y los decretos del profeta o fatwa-. La ortodoxia o las costumbres islámicas ya no podrán ser invocadas para justificar este ataque a la dignidad de las mujeres.
No está todo hecho. La sentencia requiere el acompañamiento de una seria labor educativa a cargo de instituciones internacionales. Es importante además que esta barrera de contención a la superstición y a la tortura contra las mujeres se haya producido en Egipto, un país que está sufriendo de forma intermitente los golpes del integrismo islámico -como la matanza de turistas en Luxor y que intenta responder aunque no siempre lo consigue, con criterios cada vez más occidentales.
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