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Pujol reconoce presiones desde dentro de su partido para que rompa el pacto con el PP

El presidente de la Generalitat y líder de CiU, Jordi Pujol, reconoció ayer que en el seno de esta formación hay partidarios de romper con el Partido Popular a causa de las divergencias con el Gobierno, pero añadió que la mayoría "son conscientes de que la colaboración con el PP ha dado resultados positivos". "Ha habido una serie de ganancias muy importantes", aseguró Pujol, en declaraciones a Catalunya Rádio. En su opinión, las divergencias con el PP sólo pueden resolverse rompiendo o colaborando a partir de las coincidencias que puedan alcanzarse en la negociación.

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La reticencia del PP a votar la ley del catalán, avalada desde ayer por el dictamen del Consejo Consultivo que advierte de la existencia de puntos dudosos, es uno de los puntos de mayor tensión en las relaciones entre el partido de Aznar y la coalición que dirige Pujol. En materia económica las cosas se mueven sin contratiempos: CiU votó los presupuestos del Estado y el PP catalán le ha correspondido esta misma semana votando los de la Generalitat.En materia ideológica, en cambio, las cosas no van tan bien. Es reciente la discrepancia sobre las humanidades, que sigue al proyecto de decreto sobre el himno y se añade a la indiferencia mostrada ante los pitos a Raimon y el abucheo a Jaume Sobrequés por leer versos en catalán en un programa de TVE. Un foco importante, sobre todo en CDC, refleja la incomodidad que el pacto con el PP produce en buena parte de los votantes nacionalistas. Incomodidad agravada por las frecuentes críticas de dirigentes del PP en Cataluña, que si bien es cierto que nunca llegan a mayores, permiten a la oposición repetir que Pujol se entrega en Madrid pero no consigue reciprocidad en Barcelona.

En esta tesitura, Pujol se lanzó ayer a recordar al PP que hay quien pide guerra, para aplicar de inmediato un paño frío al posible hematoma: Pujol defendió también la posibilidad de "colaborar dejando al margen determinadas divergencias, incluso profundas, porque en el caso del decreto de humanidades y la ley del catalán las divergencias son muy profundas, no son aisladas y superficiales". "A veces hay gente que tiene divergencias muy profundas, pero las aparcamos porque nos podemos poner de acuerdo en un montón de cosas importantes", dijo.

Éste es el espíritu con el que Pujol afrontará la próxima entrevista con José María Aznar, que se celebrará "después de fiestas", ya que no está previsto que se vean durante las vacaciones navideñas del presidente del Gobierno en la Val d'Aran. El presidente catalán considera "normal" que en una reunión de este tipo se planteen contrapartidas para llegar a un acuerdo: "Es lo que hace todo el mundo, políticos y hombres de negocios". Pujol afirmó: "Tenemos unos objetivos y debemos ponerlos sobre la mesa", pero no quiso insistir en este asunto. "No quisiera que mi entrevista con Aznar quedara condicionada por declaraciones previas mías", explicó. "Si tengo algo que plantear al presidente del Gobierno, ya se lo diré a él, porque si nos pasamos el día hablando a los medios, llegamos fatal a las entrevistas", añadió.

La estabilidad, concluyó Pujol, es un valor positivo, pero "el Gobierno central y el de la Generalitat deben ponerse de acuerdo" para garantizarla.

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Elecciones

Jordi Pujol reiteró que su intención es no convocar elecciones en Cataluña hasta 1999 y que le gustaría que tampoco se celebraran comicios generales porque no hay motivo para avanzar el fin de las legislaturas. "Me gusta que las legislaturas se acaben; por avanzar las elecciones unos meses no pasa nada, pero un año y medio... no me gusta", dijo Pujol en referencia a las especulaciones que han resurgido los últimos días sobre un adelanto electoral a 1998.Pujol ya anunció hace unas semanas su deseo de avanzar a febrero o marzo de 1999 las elecciones autonómicas que deberían celebrarse en noviembre, y para adelantarlas más cree que "debería haber un motivo claro, que el país quedase encallado". "Pero afortunadamente no es así, el país funciona y no hay motivo para avanzar las elecciones", puntualizó. También argumentó que un adelanto de estas características impediría al Gobierno de la Generalitat llevar a término los planes que se fijó al inicio de la legislatura. "Mi deseo es que en todo el 98 no haya elecciones", concluyó, "aunque si empezara a haber una gran inestabilidad, deberíamos convocarlas".

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