Corea del Sur elige hoy presidente sin soluciones claras para evitar la bancarrota económica
Con el miedo a que el país se declare en bancarrota por el incumplimiento de sus pagos internacionales a corto plazo, Corea del Sur elige hoy jefe del Estado en las terceras elecciones presidenciales desde la reinstauración de la democracia hace 10 años. La grave crisis financiera que sufre la undécima potencia económica mundial estará en la cabeza de los más de 32 millones de personas mayores de 20 años que están llamadas al voto. Ninguno de los tres grandes aspirantes de los siete que compiten son grandes expertos en el tema ni tampoco han adelantado una estrategia económica concreta.
Los colegios electorales abrieron sin incidentes destacados a primera hora de la madrugada de hoy en España. La lucha está entre el histórico líder de la oposición, el populista Kim Dae Jung, y el candidato del partido gobernante, el ex magistrado Lee Hoi Chang .Kim se juega en esta ocasión, por su edad avanzada, la baza definitiva de su carrera y sale vencedor en casi todas las últimas encuestas no autorizadas que circulaban anoche en Seúl. Sin embargo, el margen es demasiado estrecho para darle claro ganador.Kim, que en su biografía oficial asegura tener 71 años, tres menos de los que la gente dice que tiene, quemó ayer los instantes finales de su campaña con un mitin en una calle céntrica de la capital abarrotada de entusiastas seguidores. Se trataba de su décimo discurso de la jornada, según él mismo destacó, para así subrayar que su salud es buena. Negó también que si llega a presidente iniciará represalias contra responsables de la crisis económica o contra el actual jefe del Estado, Kim Young Sam, cuyo hijo y uno de sus colaboradores fueron condenados a prisión este año por cobrar comisiones de la empresa siderúrgica Hanbo, el primero de la más de media docena de grupos industriales que ha quebrado en lo que va de 1997. Kim se ha moderado considerablemente en los últimos tiempos y lejos está la invectiva contra sus rivales cuando tildaba en público de "sinvergüenza" al actual jefe del Estado y a su antecesor, el ex general Roh Tae Woo, que cumple condena junto al ex dictador Chun Doo Hwan.
Todas las encuestas excepto una conceden al veterano opositor un margen de entre dos y seis puntos sobre Lee Hoi Chang, el aspirante del partido gobernante. Esa ventaja es casi la misma que arrojaban los sondeos antes del inicio de la campaña, el pasado 22 de noviembre. Algunos observadores sugerían días atrás que la gravedad de la crisis y sus ambigüedades respecto al cumplimiento del programa dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) podría costarle la derrota a Kim, porque el pueblo surcoreano es tradicionalmente conservador. "Si vence significará ante todo un voto de castigo contra el partido del Gobierno por las consecuencias de la política económica, así como un deseo de que haya una reforma de las instituciones y una modernización del país", explica una fuente diplomática.
Kim hacía anoche un doble discurso: lanzaba un mensaje de tranquilidad al exterior -"si gano, las inversiones extranjeras volverán"- y otro de orgullo personal -"soy el mejor porque he luchado más que ningún otro en favor de la democracia y del desarrollo del país"-. Manifestó también que su principal rival ha querido explotar sus declaraciones sobre el FMI. "Vamos a resolver los problemas económicos de un modo razonable", dijo poco antes de sentenciar que EE UU y la prensa extranjera. quieren que sea él quien gane. En un pueblo con tanto fervor nacionalista esas palabras pueden ser mal entendidas.
Una eventual victoria de Kim significaría archivar el problema del regionalismo entre el este y el oeste, El primero ha sido tradicionalmente menos desarrollado que el segundo. Sus habitantes se quejan de haber sido relegados hasta el extremo de que ningún presidente surcoreano procede de la región occidental de Cholla. El primero podría ser Kim. Si gana. En su capital, Kwangju, famosa por el aplastamiento sangriento de una rebelión popular contra el régimen militar que causó al menos 1200 muertos en 1980, se atrevió a ir durante la penúltima jornada de campaña Lee Hoi Chang para proclamar el fin de la rivalidad regional y el inicio de una era nueva de moralización política. El ex juez del Tribunal Supremo trata de arrebatar el voto al gobernador Rhee In Je, ex miembro del partido del Gobierno y candidato independiente desde hace sólo tres meses y con su propia formación.
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