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CUMBRE DE LUXEMBURGO

Euro-X: un grupo para cuestiones delicadas

La creación del llamado Euro-X es el primer símbolo de que la Unión Europea va a sufrir una división: la que separará a los países que se integrarán en el euro de los que permanecerán fuera. Es una línea divisoria reveladora de la esquizofrenia que sufren los laboristas británicos.Por un lado, se declaran favorables a la moneda europea. Han roto con la hostilidad de los conservadores hacia el euro y han anunciado su voluntad de integrarse en ella en el momento que consideren más adecuado para el Reino Unido. Pero, por otro, tienen que impedir que cunda la sensación de que la no pertenencia al euro aleja al Gobierno británico del centro de la toma de decisiones comunitarias en una materia de tanta importancia para el conjunto de la economía europea. Han de colaborar en la creación del euro, pero al mismo tiempo han de impedir que la moneda europea acabe significando la concesión de más poder al que ingrese en ella, en perjuicio del que permanezca fuera.

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La UE crea un consejo del euro sin los países que rechacen la moneda única

Los recelos británicos se cruzan con el empeño de Francia en crear un organismo que dé visibilidad a lo que se ha venido en llamar el "Gobierno económico" de la Unión. Es decir, la institución que debería contrapesar políticamente el poder autónomo del que estará dotado el Banco Central Europeo (BCE).

Entre británicos y franceses está Alemania. No quiere organismos añadidos anti-BCE, pero sí desea discutir en privado los asuntos del euro. No tanto por eludir al británico cuanto por evitar que la gestión cotidiana del euro a nivel político acabe siendo frenada por la interferencia de países que, como los que conformarán la ampliación al este de Europa, tardarán aún muchos años en poder acceder a la moneda única.La síntesis de estos intereses contrapuestos será el Euro-X. El Tratado le reserva la discusión de materias tan delicadas como el tipo de cambio de la moneda europea, las sanciones contempladas en el Pacto de Estabilidad a los países que no mantengan en el futuro la política de rigor en las finanzas públicas, las características técnicas de las monedas o la representación exterior del euro.

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