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Los sindicatos israelíes ponen fin a la huelga pero mantienen su desafío a Netanyahu

La confederación de sindicatos israelíes Histadrut sigue manteniendo en jaque al Gobierno conservador de Benjamín Netanyahu, y, aunque ha desconvocado la huelga general, que se inició el pasado miércoles para protestar contra los planes del Ejecutivo de reformar el sistema de pensiones y privatizar las empresas públicas, amenaza con volver a decretarla dentro de dos semanas si no alcanza un acuerdo definitivo con el poder. El Histadrut decidió anoche pedir a sus afiliados que regresen a los puestos de trabajo después de llegar a un principio de acuerdo con el ministro de Finanzas, Jaacob Neeman, por el que el Gobierno se compromete a negociar todas sus reivindicaciones.

La protesta ha tenido también un elevado contenido político, por cuanto el movimiento sindical se alinea claramente con la oposición laborista en el parlamento y porque el ministro de Finanzas, Jacob Neeman, había comparado a los huelguistas con terroristas de Hamás.Neeman, que declaró tras el compromiso que no había ni vencedores ni vencidos, se felicitó anoche por el resultado del conflicto y brindó por su final en una asamblea de empresarios en Tel Aviv.

El principio de acuerdo, por el que los sindicatos aceptaron suspender la protesta, fue logrado, con la mediación del presidente del Tribunal Laboral nacional, Steve Adler, cuando la estructura económica de Israel amenazaba con resquebrajarse. Los sindicatos, sin embargo, no renuncian a convocar una protesta de mayor intensidad, si en las negociaciones que se llevarán a cabo en los próximos 15 días no consiguen satisfacción a sus demandas. El presidente del Histadrut, Amir Peretz, anunció que todos los huelguistas volverán a sus puestos de trabajo coincidiendo con los primeros turnos del lunes.

El Gobierno tuvo que recurrir ayer a la legislación de excepción, que tiene su origen en la época de la administración británica de Palestina, para conseguir que funcionasen algunos servicios esenciales. Las órdenes judiciales fueron, sin embargo, desafiadas por los trabajadores, que consiguieron paralizar de nuevo el país.

Aun a riesgo de ser encarcelados durante dos años y de sufrir multas de 3.000 dólares (unas 450.000 pesetas) los que recibieron las notificaciones prefirieron seguir las consignas del Histadrut de no volver a trabajar hasta que el Gobierno aceptase las condiciones del sindicato. La decisión de recurrir a la legislación de excepción fue tomada por el propio primer ministro, después de consultar telefónicamente con otros miembros del Gabinete.

El aeropuerto internacional de Tel Aviv fue de nuevo el principal exponente de los efectos de la huelga. Aunque la mediación del presidente israelí, Ezer Weizman, consiguió que los trabajadores autorizasen el aterrizaje de algunos aviones, para permitir la vuelta de 15.000 israelíes que tenían que dormir en aeropuertos de medio mundo, gran número de compañías se vieron imposibilitadas de operar. Algunas decidieron trasladar a Jordania, por carretera, a los pasajeros que esperaban para salir de Israel, en algunos casos desde el miércoles pasado.

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Autobuses interurbanos

Para complicar más la situación, los huelguistas consiguieron que se sumaran al paro, y redujesen las frecuencias, los autobuses interurbanos, que son, por lo minúsculo de la red ferroviaria israelí, el principal medio de transporte interno. Los cortes en el suministro eléctrico y de agua fueron más reiterados que en los días anteriores y en algunas localidades la comunicación telefónica se vio dificultada. El cierre de los bancos obligó de nuevo a suspender las sesiones en el mercado de valores de Tel Aviv y las basuras siguieron acumulándose en las calles, aunque para muchos transeúntes el nivel de suciedad era similar al de los días normales.Las pérdidas generadas por el conflicto "han provocado un daño irreparable a la economía", dijo Neeman. Los efectos se notarán sobre todo en la industria turística, que con dificultades se recuperaba del lastre que ha supuesto el bloqueo en el proceso de paz con los palestinos, los últimos atentados y el reciente cierre de Cisjordania.

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