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Los socialdemócratas alemanes confían en que 1998 marque el fin de la 'era Kohl'

Pilar Bonet

"Si no lo conseguimos esta vez, la culpa será nuestra". Con esta frase, el socialdemócrata Gerhard Schröder ha evaluado las posibilidades de su partido de ganar las elecciones en 1998 y sustituir la coalición conservadora-liberal que gobierna desde hace 15 años en Alemania. Schröder hablaba el jueves en el dar la razón al popular presidente de la Baja Sajonia, que, junto con Oskar Lafontaine, es uno de los dos favoritos de la izquierda alemana para el puesto del canciller Helmut Kohl.Las encuestas son favorables al SPD, pero, si quiere convertir los sondeos de hoy en votos dentro de menos de 10 meses, este partido tendrá que convencer a los electores de que es una formación "preparada" para asumir de nuevo el poder.

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Un dúo perfecto

El congreso de Hannover ha sido un paso importante en ese sentido; no ha puesto sobre el tapete una fórmula mágica para combatir el paro, asumido como el principal problema de Europa. Pero ha ayudado a clarificar su política y les ha permitido presentar una imagen de disciplina y cohesión, muy diferente a las divisiones que los enfrentaban hace dos años.

Tanto en la política europea como en los intentos de reanimar el mercado de trabajo, una parte de las propuestas del SPD y de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) coinciden. A ello contribuyen el escaso margen de maniobra para la definición de los partidos y las tradiciones de consenso propias de la política alemana.

Observadores veteranos dan importancia a la política europea expuesta en Hannover. Esta tiene su propio sello de marca y carece de la nota de jactancia germano-centrista y de la desconfianza hacia otros socios europeos que algunos dirigentes conservadores emplean para consolar a sus conciudadanos de la pérdida del amado marco, con el argumento de que la política monetaria de la UE se dirigirá desde Francfort.

Del discurso europeísta que Lafontaine hizo en Hannover emerge una visión de Europa fortaleza destinada a coexistir con otras fortalezas regionales en el oceano agitado de la globalización. "Los mercados financieros son internacionales, pero los mercados de mercancías y de trabajo son más regionales. Por eso debemos concentrar en primer lugar nuestros esfuerzos en Europa", señaló Lafontaine, quien recordó que tantó EE UU como Europa tienen un comercio exterior inferior al 10%.

El SPD defiende el Estado social, porque, según Lafontaine, "pertenece a la herencia civilizadora de Europa", y la misión de los Gobiernos socialdemócratas en la época de la globalización es "defenderlo y no desmontarlo". Como para la CDU, la unidad europea es el máximo fin de la política alemana. En la visión del SPD, la UE debe llegar a transformarse en una unión política, "que se mantenga firme en la política mundial y en la economía mundial" y la coordinación pasa por un mayor peso del Parlamento europeo y la elaboración de una carta de derechos básicos.

Apoyo a Maastricht

El SPD acepta los criterios de Maastricht para la Unión Monetaria, aunque, en relación al déficit presupuestario sugiere una actitud más flexible que la del actual Gobierno conservador. Coincide con la CDU en su apoyo al crecimiento económico como fórmula para incrementar el empleo y quiere restablecer el foro negociador entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos que se deshizo cuando los conservadores endurecieron las condiciones de las bajas laborales por enfermedad.Lafontaine, que conmovió al partido con su oratoria de izquierdas el martes, demostró el jueves que no estaba dispuesto a prodigar las promesas populistas. El líder socialdemócrata salió a la tribuna para oponerse a una moción defendida por jóvenes socialistas y sectores de izquierdas del Círculo de Francfort, que defendían para un programa de inversiones estatales destinado a crear empleo. El argumento de Lafontaine fue realista: el Estado, ya lastrado por los costes de la reunificación alemana, tiene una limitada capacidad de endeudamiento. En lugar de fórmulas keynesianas para combatir el paro, el SPD apuesta hoy por las innovaciones y las nuevas tecnologías.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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