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Decenas de muertos al estrellarse un avión militar contra un edificio habitado en Siberia

Un avión carga con dos cazas Sukoi 27 a bordo, cuyo destino era Vietnam, se estrelló a las 14.44 de ayer (siete horas menos en la España peninsular), poco después de despegar de un aeródromo militar, contra un edificio de viviendas de Irkutsk II, una ciudad satélite de la capital de la provincia siberiana del mismo nombre, muy cerca del lago Baikal. Entrada ya la madrugada de hoy, y recuperados tan sólo 30 cadáveres, seguía sin conocerse la magnitud exacta de la tragedia, aunque algunos testigos especulaban con que hubiese más de 150 muertos. Un portavoz del Ministerio de Emergencias de está localidad era menos pesimista: "Esperamos un balance final entre 70 y 80 muertos". Al menos 50 personas han sido hospitalizadas.

Mientras que los equipos de rescate seguían trabajando frenéticamente, a 20 grados bajo cero, en busca de supervivientes, la televisión rusa informó anoche de que las autoridades militares han iniciado una investigación criminal para determinar las causas del accidente, uno de los peores desastres aéreos ocurridos en Rusia. El propio presidente ruso, Borís Yeltsin, ha encargado a su primer ministro, Víktor Chernomirdin, dirigir las pesquisas. Esto retrasará unos días el esperado juicio del presidente a su Gobierno.Anoche aún no existía una explicación oficial de las causas de la tragedia, aunque son muchos los testigos citados por la televisión que afirman que fallaron los dos motores de la izquierda del aparato. La agencia ltar-Tass corrobora esta versión. "Yo sólo vi al avión volando inclinado hacia un lado", aseguró una mujer. "No hubo grandes ruidos, sólo silencio, mucho silencio".

El Antonov 124, que fue fabricado hace 11 años, se precipitó sobre tierra nada más despegar del aeropuerto próximo a Irkutsk y se convirtió en un amasijo de hierro fundido al impactar, con sus depósitos llenos de combustible, contra un edificio de cinco plantas y 100 viviendas y otros dos de madera adyacentes, de dos alturas y 16 pisos. Fue milagroso que estos depósitos no estallaran, aseguran los trabajadores de los equipos de rescate. Poco después se inició un fuego que fue controlado por los bomberos. Esto, impidió recuperar más cadáveres cerca del avión.

Los tres edificios quedaron totalmente destruidos, y se da por muertos a la mayoría de quienes los ocupaban en el momento del accidente, así como a los 23 pasajeros y tripulantes del Antonov 124, uno de los más grandes gigantes que surcan los cielos, con sus 69 metros de longitud y unas alas de 73,3 metros de envergadura, un tercio más que las de los jumbos, capaz de transportar una carga de 120 toneladas. Por fortuna, la sangre fría de los profesores de una escuela de tres pisos cercana, que también resultó afectada, impidió que hubiera muertos entre los más de 100 niños del centro, aunque parece que hay siete heridos y un desaparecido.

Entrada ya la madrugada, el escenario de la catástrofe seguía siendo una mezcla informe de cascotes, hierros retorcidos y densas nubes de humo. Más de 700 personas engrosaban las filas de los equipos de rescate; entre ellos, 140 bomberos y un ejército de médicos y enfermeros. Grúas, excavadoras, camiones, ambulancias y cocinas de campaña completaban el dispositivo.

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