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Dimite el primer ministro checo, presionado por un escándalo de financiación ilegal

ENVIADO ESPECIALEl primer ministro checo, Vaclav Klaus, dimitió esta madrugada junto a todo su Gabinete. El jefe del Estado, Vaclav Havel,le había exigido pocas horas antes este paso al conocer su presunta implicación en un escándalo de financiación ilegal y la renuncia por ello de ocho ministros. Havel ha pedido a los tres partidos de la coalición gobernante que inicien conversaciones hoy para la formación de un nuevo Gobierno. La crisis acaba con la carrera del economista ultraliberal que durante casi siete años ha dirigido los destinos de los checos.

Miembros relevantes del propio Partido Cívico Démocrático (ODS) de Klaus habían pedido también la retirada de su jefe, entre ellos el ministro de Finanzas y posible sucesor, Iván Pilip, que anunció que dimitiría si Klaus no lo hacía.El cristianodemócrata Josef Lux, viceprimer ministro y jefe del segundo partido de la coalición en el poder, dijo que el jefe del Gobierno había perdido la confianza popular y que los cuatro ministros de su formación abandonaban el Gabinete. Otros cuatro más siguieron su ejemplo. La retirada de Lux liquidó efectivamente las posibilidades de supervivencia del primer ministro de más dilatada carrera en la Europa poscomunista.

El escándalo saltó el jueves cuando Klaus afirmó que desconocía hasta esta misma semana que el empresario y antigua estrella del tenis Milan Srejber hubiera donado algo más de siete millones de coronas (unos 33 millones de pesetas) a su partido a finales de 1995, justo un mes después de que le fuera adjudicada la parte del león en un complejo siderometalúrgico privatizado por el Gobierno de Praga.

La revelación de Zielenic

El mismo jueves, sin embargo, Josez Zielenic, ministro de Exteriores hasta octubre y antiguo rival de Klaus, declaró que él mismo había revelado al primer ministro el año pasado la identidad del benefactor del Partido Cívico Democrático. La ley exige conocer la identidad de los donantes que superen las 100.000 coronas.Zielenic abandonó el mes pasado su cargo y dimitió de la plana mayor del ODS alegando irregularidades financieras en el partido. El propio Srejber ha confirmado que él es el donante. Todavía el viernes, antes de que los acontecimientos le desbordaran, Klaus, que ayer regresó urgentemente a Praga desde Sarajevo, afirmaba que pediría un voto de confianza a sus correligionarios.

El escándalo que ha desatado la crisis en Praga y hecho caer la cotización de la corona frente al marco, el dólar e incluso la corona eslovaca, confirma las constantes alegaciones, siempre desmentidas, de que los partidos checos están engrasados por el dinero de grandes firmas y particulares, beneficiarios de un oscuro proceso de privatización, a través de una maraña de intermediarios. La prensa checa publicaba ayer que el partido de Klaus tiene cuentas en Suiza por varios millones de dólares sin registrar en su contabilidad.

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En mayo pasado la situación de Vaclav Klaus, un arrogante thatcherista, ya era insostenible tras dos drásticas reducciones presupuestarias en un mes y la devaluación en un 10% de la durante siete años inmutable corona. Ese mismo mes el primer ministro, que había recorrido el mundo predicando las bondades de su cirugía radical como única vía entre el comunismo y el capitalismo, provocó una minicrisis de Gobierno. Pero los ciudadanos de su país, según los sondeos, habrían preferido la dimisión colectiva.

De hecho , Klaus vivía de prestado desde que, ante su estupor, perdiera por un escaño la mayoría parlamentaria en las elecciones de junio de 1996. Desde entonces ha vivido presionado por su principal rival, el socialdemócrata Milos Zeman, y cortejando a su vez al segundo partido de la coalición derechista, los democristianos del volátil Josef Lux, de quien dependía que mantuviera su sillón.

El Gobierno de Klaus nunca dio más que vagas explicaciones del rosario de escándalos financieros que han encenagado su modelo de privatización económica. El tiempo ha ido revelando una trastienda de corrupción, evasión fiscal y absoluta opacidad que el profesor Vladimir Benacek, de la Universidad Carlos de Praga, sumarizaba hace unos meses en conversación con este periódico como "privatización corrompida, acabada finalmente en manos de ladrones".

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