Moda tibetana
"¿Hace Jean-Jacques Annaud una dudosa amalgama entre alpinismo, nazismo y budismo?", se preguntaba el pasado viernes en Le Monde Odon Vallet, en un artículo titulado Los clichés ,de Hollywood y el Tibet. Vallet atacaba la falta de espíritu crítico del director de En busca del fuego y El oso respecto al libro en el que se basa la película, en el que Heinrich Harrer sí criticaba la teocracia tibetana en los años de la II Guerra Mundial, su xenofobia, la "dictadura clerical" y un espíritu antioccidental que prohibía el automóvil, las gafas o el fútbol.Siete años en el Tibet no pudo rodarse en el Himalaya debido a las presiones chinas sobre India. El rodaje se realizó en los Andes argentinos y las fotografías de Jean-Jacques Annaud se exponen desde ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La película ha causado el rechazo de las autoridades chinas, irritadas ante el reflejo de la brutal invasión y sometimiento del Tíbet -"el Gobierno chino nos ha prohibido la entrada", dijo ayer el director refiriéndose también a Brad Pitt.
Siete años en el Tíbet es la primera de varias películas producidas este año sobre temas tibetanos o chinos. Martin Scorsese firma Kundun, donde se narra la juventud del Dala¡ Lama; en Dixie Cup Steven Seagal es un agente de la CIA que ayuda a los rebeldes tibetanos, y la productora de James Ivory va a rodar un guión sobre la represión china en Tíbet en los años 80. Mientras tanto, Richard Gere, el actor oficial del budismo, protagoniza Red corner, sobre la brutalidad y corrupción de la policía china.
Siete años en el Tíbet se basa en las memorias del montañero Heinrich Harrer quien, en 1939, en pleno apogeo nazi, inició una expedición para escalar el Nanga Parbat, en el Himalaya; fue detenido por los británicos por sus antecedentes políticos y acabó encontrando refugio en la ciudad tibetana de Lhasa, prohibida para los extranjeros. Allí, en el imponente palacio de Potala, entra en contacto con el Dalai Lama adolescente, a cuya instrucción contribuye.
Pasado nazi
Entre el final del rodaje y el estreno, se publicó que desde 1933 Harrer, que ahora tiene 85 años y fue visitado por Pitt y Annaud, perteneció a las tropas SA de Hitler y, desde 1938, a las SS. La película narra el impacto y la transformación que el Tíbet produjo en Harrer quien, tras su estancia allí, dedicó muchos de sus esfuerzos a causas humanitarias."Harrer era un egocéntrico", dice Brad Pítt, "un simpatizante del fascismo que luego comprende, al llegar al Tíbet, un país en el que la principal posesión es la sonrisa, que hay algo más allá de lo material. Por eso ha dedicado los últimos 40 años de su vida a defender el Tíbet y a luchar contra el racismo". "Lo bueno de este personaje", añade el actor, "es que comete errores de los que luego se arrepiente, y, en el curso de su viaje, se transforma y logra asumir sus responsabilidades y dejar el pasado atrás".
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