_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ballenas

Juan José Millás

Se cuenta del célebre médico austriaco Carl von Rokitansky que realizó personalmente más de 30.000 autopsias. Era un patólogo compulsivo, por así decirlo, empeñado en averiguar el origen de la muerte: quizá sospechaba que él mismo era mortal, como lo demuestra el hecho de que falleciera en Viena, hace más de 100 años, sin que haya vuelto a dar señales de vida desde entonces. Hay gente con esta capacidad para intuir su futuro. De entre sus aportaciones a la anatomía patológica cabe destacar la descripción de la atrofia amarilla aguda del hígado, que merecería pasar a la historia de la literatura. Nos hemos acordado de él estos días al ver en la prensa el cadáver de esa ballena de 70 toneladas que ha muerto en las playas de Cantabria. Rokitansky habría dado una mano por meter el bisturí en esa gigantesca cavidad abdominal.Entre nosotros, la autopsia no es un género popular. Somos más dados al sumario jurídico, quizá por nuestra formación folletinesca. Es raro el día que al abrir el periódico no tropezamos con seis o Siete sumarios, pero con ninguna necropsia. Las personas con posibilidades económicas se pasan el día lanzándose querellas mutuamente, con lo elegante que resulta intercambiar anatomías patológicas. Lo hacen para transmitir la impresión de que están vivas, aunque el color amarillo del hígado no engaña a nadie.

Con la ballena de Cantabria dudaron si lanzarla al agua y que se la comieran los peces o despiezarla en tierra, a palo seco. Ésa es otra de las dudas que corroe también a nuestros personajes públicos, de ahí que unos días nos den una ración de carne picada, y otros, de acuchillamiento. Pero nosotros no queremos esto ni aquello. Sólo anhelamos verles la autopsia, aunque no lo afirme Rokitansky, para Saber de qué van a matarnos esta vez.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_