Islam
Es imposible adivinar si persistirán las amenazas americanas cuando este artículo vea la luz. La segunda guerra del Golfo es inminente incluso cuando nos olvidamos de ella y cambiamos de canal seducidos por otra programación. La continuación de la primera guerra del Golfo es un capítulo pendiente del serial televisivo global y aguarda su turno.El protagonista de la serie, Sadam Husein, como en las películas de aventuras y destrozos cuyo malvado se salva en el último momento, sigue vivo tras la soberana paliza. En la primera parte, Husein, imitando al Joker de Batman, había esquivado su destrucción y, con un ojo a la funerala, agitaba el puño en el último plano anunciando "la madre de todas las batallas, II".
Sin embargo, tenga lugar o se retrase un poco, esta carnicería de cristianos y musulmanes seguirá siendo incomprensible para ambas partes. El malogrado Alberto Cardín lo advertía en un artículo que ahora se reedita en un libro amparado por un título estimulante: Contra el catolicismo (Muchnik). La unidad religiosa del islam es su única fuerza, decía Cardín, pero es inseparable de la dispersión. El constante juego de traiciones, cambios de bandera y puñaladas traperas entre kuwaitíes, sirios, saudíes, jordanos, egipcios, palestinos, iraquíes... caracteriza las derrotas del islam desde Luis el Santo, aliado, por cierto, de los kashishines. Nada parece unir a los árabes, excepto el odio.
Claro que, pensándolo bien, los españoles llevamos encima una mitad de historia cristiana y otra mitad islámica. ¿Será por eso que Arzalluz, Pujol, Fraga, Aznar y Rodríguez Ibarra componen un convincente quinteto mahometano en la inacabable y cada vez más siniestra zarzuela de España?
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