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LA TRAMA SUIZA

Gómez de Liaño y Sítges, la estrategia de presionar e insinuar

Ambos intentaron con malas artes que Gallone se echara atrás, lo que condujo al peor resultado

Lo primero que les pidió el cuerpo a Mariano Gómez de Liaño Francisco Javier Sitges en esta segunda comisión rogatoria fue la bravuconería. Ambos imaginaron que podían hacer uso de una información para echar atrás a Gallone. Como en las sociedades suizas Asni, Jamuna y Kaneko hay fiduciarios profesionales, éstos aparecen en otras sociedades suizas que nada tienen que ver con la trama suiza de Mario Conde. Una de esas sociedades donde figuran dichos fiduciarios, por ejemplo, es Trébol, de Ginebra.Allí figura Manuel Prado y Colón de Carvajal. Pues en la lista original de preguntas que Sitges y Gómez de Liaño elevaron a la juez Palacios se incluyeron algunas referidas al presunto encargo por parte de Trébol de un yate supermoderno cuyo coste sería de 3.000 millones de pesetas. Sitges, cuya relación de pasado con el rey Juan Carlos no es un secreto, pretendía crear tensión y, claro, obtener alguna ayuda real para su causa. La idea era echar atrás a Gallone.

Fue un gasto inútil. En cualquier caso, el abogado podía no contestar a las preguntas sobre Trébol, Prado, el yate u otros asuntos. Porque nada tenían que ver con el motivo de la comisión rogatoria. Sitges decidió, poco después de presentarlas, retirar aquellas preguntas destinadas a movilizar a los que presuntamente, en su cabeza, podían disuadir a Gallone. Gómez de Liaño decidió retirar algunas y mantener otras.

Como parte de la bravuconería, ambos incluyeron entre sus 56 preguntas a Gallone (sobre un total de 84) algunos datos que solo podían conocer aquellos que tenían una relación profunda con las sociedades suizas. Preguntas tan precisas sólo podían tener respuestas precisas.

Sitges y Gómez de Liaño prentendían utilizar algunos errores de Gallone -designar ante los bancos testaferros en lugar de dar el nombre de los beneficiarios reales, esto es, Conde, Sitges y Gómez de Liaño- para asustarle. Gallone invocó el artículo 305, punto 2, del Código Penal suizo. Si un administrador sospecha de actividades delictivas en los patrimonios que se le han confiado, puede revelar lo que sabe a la justicia. El secreto profesional queda, pues, sin efecto. Ya en la primera comisión rogatoria, en 1996, el Tribunal Federal Suizo apoyó a Gallone. Y, ahora, antes de testificar, Gallone solicitó la autorización de la Corte Administrativa del Tribunal Cantonal de Vaud.

Gallone dio cuenta al juez suizo Jacques Antenen, el pasado 24 de septiembre, de ciertas falsedades en la cumplimentación de los llamados formularios "A", aquellos que se rellenan en los bancos. En el caso de Asni, Jamuna y Kaneko Holding, de todos modos, el banco, la Banque Cantonale Vaudoise (BCV), sabía que se trataba de Conde,. Gómez de Liaño y Sitges. Porque, entre otras cosas, Gallone era secretario del consejo y Renato Galletti, otro administrador de las sociedades, director adjunto.

Gómez de Liaño y Sitges pretendían que todos los testaferros interpuestos por Gallone porque ellos -y Conde- no querían dar sus nombres eran, a fin de cuentas, los titulares reales de las sociedades. Fue una ilusión. Gómez de Liaño en uno de sus recursos invocó que uno de esos testaferros, el británico James Lanyon, es el titular real de Asni. El pobre Lanyon no puede decir nada. Murió en 1996. Quizá por eso Gómez de Liaño pide ahora una comisión rogatoria al Reino Unido. En caso de aceptar la propuesta de Gómez de Liaño, la sala de lo Penal deberá dirigirla a un cementerio de Londres. Allí, a un metro ochenta, yace enterrado Lanyon.

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