Roldán se siente chivo expiatorio y víctima, según dos psiquiatras
Luis Roldán, para el que los fiscales Daniel Campos y Alejandro Luzón piden una pena de 32 años de prisión, se siente chivo expiatorio, víctima y perseguido, según manifestaron ayer ante el tribunal que juzga el caso los peritos psiquiatras Alfredo Calcedo y Juan José López Ibor, ambos propuestos por la defensa. En su opinión, manifiesta también un cuadro depresivo y ansioso y se encuentra amargado, colérico y con "un ánimo de culpa".
López Ibor y Calcedo confirmaron que el procesado pensó en el suicidio en diciembre de 1993, semanas después de que fuera destituido: "Según su propio testimonio, tuvo una noche especialmente mala y surgieron esas ideas. Se encontraba sin salida". ¿Estas ideas suicidas podrían continuar en el futuro?, insistió varias veces el letrado a los peritos. Y éstos respondieron: "Es muy difícIl pronosticar esos futuribles".
Pese a toda esta sintomatología, los psiquiatras reconocieron que las conclusiones de su informe son que Roldán "es un hombre normal" y "capaz de explicar su situación de forma inteligente, racionalizada y estructurada".
El tribunal rechazó ayer la petición de la defensa para que se celebren careos entre los testigos Rafael Vera, Antoni Asunción, Ferrán Cardenal, Eligio Hernández y Julián Sancristóbal, que, según ésta, se contradijeron en sus testimonios sobre las cuentas suizas del procesado.
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