Sorteo sin salida
EL MINISTRO de Defensa, Eduardo Serra, ha reconocido que el sorteo para designar el excedente de cupo del servicio militar en 1998 ha cumplido "muy deficientemente" los objetivos de "justicia, transparencia y publicidad" que se habían marcado. Tal declaración coloca al Gobierno ante una situación difícil. La conclusión lógica sería repetir el sorteo. Sin embargo, es difícil tal repetición. A estas alturas resultaría complicado convencer a los que ya se saben afortunados con la exclusión de la mili de que deben someterse de nuevo al azar. Del sorteo dependen, además, los destinos militares de los reclutas, que habría que reordenar.El ministro Serra ha descartado repetir el sorteo, a pesar de las protestas desatadas entre los jóvenes afectados y de la probabilidad de que se presenten cientos -si no miles- de recursos. Pero su argumentación incurre en notables contradicciones. Es probable que la asignación aleatoria, mediante ordenador, de un número a cada uno de los 165.000 jóvenes de este reemplazo reduzca el margen de desigualdad, pero justamente ésa ha sido la parte del proceso que se ha hecho sin publicidad. Pero no elimina la contradicción principal: admite primero que el sistema "no fue lo suficientemente" justo, transparente y público, y asegura a continuación que en su conjunto garantizó plenamente la igualdad de probabilidades.
Quizá sea válido, en parte, el argumento de que una repetición provocaría "alarma social". Pero ya era alarmante la resurrección del excedente de cupo en un momento en que muchos jóvenes se sienten ya discriminados por el hecho de ser convocados a un servicio militar cuya desaparición se ha anunciado para dentro de cinco años. No es de recibo que después de demostrarse que el sorteo no ha sido equitativo se mantenga su resultado al amparo de que los eventuales recursos se resolverán muchos años después de que los afectados hayan cumplido la mili.
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