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Entrevista:

"Cuando uno investiga no usa necesariamente el sentido común"

Javier Sampedro

El congreso sobre astrofísica en ultravioleta que se celebra desde ayer en Sevilla, es una especie de funeral científico por la memoria del satélite Explorador Ultravioleta Internacional (IUE), el más longevo y productivo artefacto espacial que haya conocido la historia de la astrofísica. El IUE, financiado por la NASA, la Agencia Europea del Espacio (ESA) y el Reino Unido, fue lanzado el 26 de enero de 1978 con la idea de mantenerlo en marcha unos tres años. Pero 18 años después, el viejo explorador seguía funcionando con admirable contumacia. Para entonces había dado lugar a 3.600 artículos científicos, redactados por 3.000 astrofísicos de 25 países, y a unas 500 tesis doctorales. El artilugio nunca llegó a estropearse. Se decidió finalmente desconectarlo el 30 de septiembre de 1996. El físico y astrónomo holandés Willem Wamsteker, de 54 años, es el director científico, por parte europea, del IUE, controlado desde la Estación de Seguimiento de Satélites de Villafranca del Castillo (Madrid). "La experiencia del IUE", dice, "ha revelado cómo implicar a los países en desarrollo en una investigación astrofísica que no se pueden costear".Pregunta. ¿Qué ventajas tiene la observación en ultravioleta?

Respuesta. Las estrellas muy calientes emiten la mayor parte de su energía como radiación ultravioleta, y muchas de ellas no se ven con un telescopio óptico.

P. ¿Qué ha cambiado en la astronomía desde 1978, cuando se lanzó el lUE?

R. Casi todo. En parte debido al proyecto lUE, la tecnología espacial, que antes era un dominio para especialistas, para técnicos en el desarrollo de instrumentos complejos, es ahora un servicio disponible para todos los astrónomos, incluso para los teóricos. La tecnología espacial es ya uno más de los ojos que los humanos usan para mirar a las estrellas. Esto es un cambio fundamental para la astrofísica, porque nos permite estudiar el universo en todas las radiaciones, no sólo la luz visible. Antes observábamos un acontecimiento y luego adivinábamos por qué había ocurrido. Ahora podemos ver un fenómeno con, por ejemplo, rayos gamma, y podemos estudiar sus consecuencias, por ejemplo, en el ultravioleta. El universo es ahora nuestro laboratorio.

P. ¿La astrofísica tiene ya capacidad predictiva?

R. Todavía no. Tenemos el laboratorio, pero no controlamos los experimentos que hacemos.

P. Al menos se pueden poner a prueba ciertas hipótesis.

R. Eso sí. Ahora mismo, por ejemplo, los teóricos han formulado predicciones sobre los agujeros negros -ciertas temperaturas, ciertas maneras de interacción entre cuerpos de gran masa-, y si los telescopios espaciales observan esos hechos, la teoría de los agujeros negros debe ser correcta.

P. El IUE lleva un año desconectado, pero su base de datos sigue produciendo resultados.

R. Sí, y seguirá probablemente produciéndolos durante otros diez años, ya que no hay ahora un proyecto para otro satélite de ese tipo. Luego el valor del archivo se mantendrá como base de datos, información básica para calibrar las fuentes de luz de estrellas y galaxias.

P. ¿Qué nos ha enseñado el IUE sobre la atmósfera de los cuerpos estelares?

R. La importancia del llamado viento solar en la vida de las estrellas. Casi todas las estrellas sufren una pérdida de masa a lo largo de su vida que afecta mucho a su desarrollo. Pierden protones, neutrones, electrones, átomos. Las estrellas pierden mucha masa y ello tiene una influencia enorme en su evolución. En los sistemas binarios, con dos estrellas girando una alrededor de la otra, una lanza un flujo de masa a la otra hasta que la segunda, unos millones de años después, empieza a devolvérselo a la primera, en un intercambio que nunca alcanza el equilibro.

P. ¿Qué nos ha enseñado el IUE sobre las galaxias?.

R. El descubrimiento del halo, una especie de gran atmósfera de las galaxias, que es un gas muy caliente. El halo contiene una gran cantidad de la masa que sólo podemos ver en el espectro ultravioleta. Puede ser una parte importante de la famosa materia oscura.

P. ¿Y sobre los cuásares?

R. Hemos podido determinar los tamaños de los núcleos activos de los cuásares, o galaxias en proceso activo de formación, que pueden ser la sede de los agujeros negros. Resulta que algunos son menores que la órbita de la Tierra.

P. ¿Qué hay en el infinito espacio entre las galaxias?

R. Hemos visto que en el espacio que nos rodea hay agujeros de hidrógeno, direcciones en las que la luz nos llega de las galaxias más distantes sin eclipsarse por las nubes de ese elemento. Así hemos podido determinar la composición de las galaxias más antiguas. Ha quedado claro que, hace 10.000 millones de años, había una gran cantidad de estrellas muy masivas. La forma en que se formaban las galaxias entonces era muy distinta a la actual.

P. ¿Y bien?

R. En algún momento de los orígenes del universo, la energía se transformó en materia, y estamos aproximándonos a la pregunta crucial: ¿cómo ocurrió eso? Por el momento, la física de partículas y la astrofísica sólo son compatibles si estamos de acuerdo en que no podemos ver el 90% de la materia que existe. Esto tiene su gracia, tiene su belleza, pero es difícil de aceptar para una persona normal.

P. Cierto. ¿Y para el sentido común de un físico?

R. Cuando uno investiga no usa necesariamente el sentido común. El sentido común no suele ser lógico.

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