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La lluvia hunde en el caos el tráfico de la capital

Los accidentes atendidos por el Samur aumentaron un 15% y los bomberos recibieron un millar de llamadas

Jan Martínez Ahrens

Madrid sacó ayer el paraguas, pero no bastó. La lluvia caída a lo largo de la mañana causó más de 110 kilómetros de atascos en los accesos a Madrid, dos cortes de tráfico en la M-30 (uno tardó siete horas en ser resuelto), 60 accidentes de circulación con 25 heridos leves, un centenar de salidas de los bomberos y más de 1.000 llamadas a los servicios de urgencias. Pese a este efecto en cadena, la intensidad de la lluvia -unos 35 litros por metro cuadrado en seis horas- no alcanzo en ningún momento niveles torrenciales. Pero fue suficiente para dejar a una ciudad abrumada por el caos circulatorio y con retenciones de más de una hora en vías tan importantes como Princesa, Atocha, paseo del Prado y Cuatro Caminos.El primer aviso del desbarajuste en que se iba a hundir Madrid apareció con el alba. La presencia de la lluvia (para hoy se prevé que siga cayendo) indujo al uso masivo de los coches para acudir al trabajo. Este factor se dio la mano con la escasa capacidad de las calzadas para drenar el agua y acabó en uno de los mayores atascos registrados este año en los accesos a la capital.

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A las 8.30 (la hora punta), las retenciones de entrada alcanzaron 14 kilómetros en la N-1 (Burgos), 12 en la N-VI (A Coruña), 11 en la N-11 (Barcelona), 8 en la N-111 (Valencia), y 4 en la N-IV (Andalucía) y la N-V (Extremadura). En el caso de la N-I y de la N-II, los atascos llegaron a hacerse sentir a más de 20 kilómetros del centro de la ciudad. Este colapso se reprodujo luego en la M-40, que sufrió retenciones de hasta 13 kilómetros, y, a medida que entraban los vehículos en la ciudad, pasó a la M-30.

En esta ronda de circunvalación, el primer corte del tráfico llegó a las 8.30, cuando un camión de mercancías patinó y quedó medio volcado en la calzada, a la altura de la calle del Marqués de Monistrol. La Policía Municipal redujo entonces la circulación a un solo carril, a la espera de la llegada de una grúa capaz de levantar el transporte. Hasta las 12.30, el tráfico no fue restablecido en esta zona de la M-30.

Pero no acabó allí el trabajo de la policía. Las retenciones y la lluvia provocaron un aumento del nerviosismo de los conductores y también de las colisiones. "Se han disparado los alcances. Ninguno es grave, pero, no sabemos por qué, esta mañana los conductores, en vez de resolver sus problemas en el arcén, dejan los coches en mitad del carril y no paran de gritarse", afirmó un portavoz de la Policía Municipal.

Una bolsa de agua cortó siete horas la M-30

En la M-30, el tráfico también tuvo que ser cortado en la calzada que discurre en sentido norte, a la altura de El Pardo, por una inmensa bolsa de agua y lodo. Para acabar con ella, los bomberos y una brigada de operarios municipales emplearon durante siete horas (11.30 a 18.30) bombas de achique y máquinas excavadoras.Nunca desde 1995, según la propia Policía Municipal, se había registrado en dicha ronda un corte de esta duración, ni siquiera cuando en enero pasado se desplomaron las pantallas antirruido de Puerta de Hierro.

Ya en el núcleo urbano, se repitió esta pauta. Se formaron bolsas de agua en la avenida de Daroca, la cuesta de Sagrados Corazones y la carretera de Andalucía. En las estaciones de metro de la avenida de América y la plaza de Castilla, los charcos se adueñaron de los interiores. Y, en la superficie, el tráfico quedó paralizado durante más de una hora en arterias tan importantes como Atocha, Gran Vía, Princesa, paseo del Prado y Cuatro Caminos.

Ante esta situación, los servicios de urgencias municipales apretaron los dientes y se lanzaron a la calle. El Samur sacó ocho ambulancias de refuerzo y puso en estado de prealerta a sus efectivos, no tanto por el aumento de accidentes (unos. 60, un 15% más de lo habitual), sino para mantener su tiempo de respuesta pese al caos circulatorio.

Los 12 parques de bomberos, a su vez, quedaron desbordados. En su centralita se registraron más de mil llamadas de auxilio. "Hemos tenido que establecer un orden de prioridades y dejar muchos servicios en espera, porque no damos abasto", comentó un portavoz de este servicio en pleno ajetreo.

Pero los efectos de la lluvia no sólo se hicieron sentir en el tráfico, sino que se multiplicaron en todos los órdenes. Desde la Cruz Roja, que perdió un 15% de su recaudación, al colegio Beata María de Jesús, que cerró su comedor por inundación, hasta los indigentes que llenaron los albergues de San Isidro y San Martín de Porres.

Este caos generalizado en la ciudad no desapareció entrada la tarde, cuando las lluvias ya habían perdido su intensidad. Por ejemplo, la N-II registró un atasco de 10 kilómetros en su sentido de salida, y la M-40 mantuvo su estado de choque circulatorio en sus principales nudos.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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