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Tribuna
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Tirón de orejas

Hace 11 días, El País Madrid publicó una carta de la directora general del Ministerio de Trabajo, María Teresa Mogón Barquín, en la que ésta se quejaba del tratamiento dado a una noticia (recogida el 5 de octubre) y en la que se informaba de una pelea entre dos familias gitanas. La directora general reprochaba a este periódico cierta insensibilidad, cierto descuido, cierto desaliño en las formas, que a su entender podría "afectar negativamente a determinados colectivos, en este caso el de los gitanos, trasladando a la sociedad una imagen negativa de ellos".Sorprende, en primer lugar, que la crítica provenga del Ministerio de Trabajo (un auténtico mastodonte al que no cabría suponer inquietudes tan señaladas), aunque sorprende más aún verificar que existen directoras generales del Partido Popular tan suaves y ligeras. Y que regañen con tanta delicadeza. La verdad: ni siquiera lo creía posible. Tal vez yo sea un cerrado de mollera, pero los jefazos del PP siempre me han parecido, por definición, un pelón truchos y bastante cortos en asuntos de fraternidad; y de ahí que haya archivado la carta en mi carpeta de Novedades increíbles.

La ocasión lo merece, por supuesto, ya que esta mujer tiene un cargo político, lo ejerce y se compromete con él, circunstancia que para un descreído profesional supone un verdadero cortocircuito en la sala de máquinas. Y si la implicada encima es de derechas, entonces, amigo, enciende y quédate (un antidicho de mi invención).

Por otra parte, quiero aprovechar el momento para hacer una confidencia: yo no creo en los racistas. No creo que nadie en su sano juicio pueda realmente considerarse superior a otro por una cuestión de rasgos fisicos o de pigmentación cutánea, y tampoco creo que nadie, de corazón, se sienta legitimado para machacar a un colega de especie. Creo, eso sí, en las alimañas con piernas, en los cabronazos y en los que agitan el látigo para mantener sus privilegios, por más que luego traten de enmascarar el negocio con un tinte racial. Es decir: creo en la ignorancia y en el abuso de poder y estoy convencido de que todo se reduce a una conjunción entre dos buenos aliados: la crueldad y el oportunismo. Como hace, salvando las distancias, el leopardo con la gacela: te como porque soy más astuto, más ágil y más fuerte, y además, estoy mejor hecho. Pues vale, leopardo de habas, pero no tienes ni idea de física cuántica y te envuelve un alma de lombriz.

Aunque yo estaba hablando de la directora general, de su interés por los gitanos y de sus quejas hacia EL PAÍS. Recuerdo haber leído en su momento aquella noticia, pero no recuerdo haber captado el gazapo sentimental. Y ahora, repasando la carta, me he dado cuenta de que ella tiene razón. Este periódico no es racista, ni merece la pena incidir en ello, si bien, hay plaga en los campos y no existe huerto que se libre de su influencia.

Y curiosamente son los propios gitanos quienes a menudo favorecen este entuerto. Muchas de sus costumbres, por enraizadas que estén en su cultura, resultan del todo inaceptables, brutales, enmohecidas en el tiempo y, a día de hoy, lesivas para ellos mismos. Antaño fueron nómadas, pero ya no lo son, y el viento les ha traído a la puerta de las ciudades, donde no han sido recibidos de buen grado. Los payos no quieren mezclarse con estos visitantes de piel morena, los tenderos les insultan, los municipales les confiscan sus cajas de coliflores y ellos, que son gitanos, pero no mirlos, desconfían. Y quizá por eso no puedan renunciar a sus costumbres. Para no caer muertos a la vera del camino o para que no se les oxide el corazón. Vaya lo uno por lo otro.

Por último, la directora general se ofrece al periódico para colaborar con él en este tipo de problemas; y no parece decirlo a la ligera. Desde luego, yo no me lo pensaría dos veces: aceptaría con los ojos cerrados y la invitaría a cenar para hablar de las condiciones. Cuestión de instinto. Cierto que ella es del PP, y además una especie de jefaza, pero por alarmantes que sean sus referencias, hay que rendirse a los hechos: se le intuye inteligencia, tacto y nobleza, y tampoco creo que cobre mucho. Y por si esto fuera poco, apuesto a que es bien guapa.

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