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CUMBRE CHINO-NORTEAMERICANA EN WASHINGTON

Protestas ante la Casa Blanca contra la represión de disidentes

Jiang Zemin quizá ni se enteró, pero ayer, mientras negociaba con Bill Clinton en la Casa Blanca, varios miles de manifestantes reunidos frente a la mansión presidencial, en la plaza de Lafayette, recordaron al mundo la sucesión de capítulos siniestros que constituyen el libro negro de la República Popular China. Todo fue citado en las pancarlas, banderas y discursos de la plaza de Lafayette: el encarcelamiento de los luchadores demócratas, la persecución de los cristianos, el empleo de presos como mano de obra gratuita, la destrucción del medio ambiente, las amenazas militares a Taiwan, la represión de las identidades de Mongolia, Tíbet y Turquistán oriental..."Presidente Jiang, escúchenos: la justicia, la libertad y los derechos humanos no son valores norteamericanos, son valores universales", dijo Bianca Jagger, que se dirigió a los congregados en nombre de Amnistía Internacional. "Clinton", añadió la ex esposa nicaraguense del líder de los Rolling Stones, "le ha dado la espalda a las víctimas de la represión en China y Tíbet".

Richard Gere, por Tíbet

Minutos después tomó la palabra el orador más esperado de la jornada, el actor Richard Gere, fundador y presidente de la Campaña Internacional por Tíbet. Con camiseta y cazadora de cuero de colores negros, el cabello plateado y gafas de miope, Gere transmitió los saludos del Dalai Lama y, señalando los retratos del líder budista que exhibían algunos manifestantes, dijo: "En Tíbet te pueden detener y apalear por enseñar las fotos del Dalai Lama, un premio Nobel de la Paz que sólo habla de perdón, diálogo y negociación". Gere recordó el caso del Panchen Lama, "el niño tibetano secuestrado por Pekín". El Gobierno chino asegura haber liberado a ese niño y ha puesto como heredero del jefe espiritual tibetano a otro que no reconocen los lamas.Un par de réplicas de la diosa de la Democracia -la versión de la estatua de la Libertad hecha famosa por los manifestantes de Tiananmen en 1989- contribuían al simbolismo de la concentración. La asistencia era variopinta, desde damas bien trajeadas hasta la líder del sindicalismo hispano Linda Chávez-Thompson, pasando por monjes tibetanos con túnicas azafrán, jóvenes ejecutivos taiwaneses, miembros del Congreso de EE UU, adolescentes en busca de una foto de Gere y Kerry Kennedy Cuorno, hija del asesinado Robert Kennedy y activista de los derechos humanos. También estaban los "manifestantes fijos" de la plaza, desde la gallega Concha Martín hasta ese afroamericano que dice llamarse Ulises y tener "el don de la profecía". El ambiente tranquilo y libertario se vio turbado por la presencia de decenas de policías a pie, a caballo, en moto y en automóvil en el tramo de la avenida de Pensilvania que la separa de la Casa Blanca.

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