El pintor Cristino de Vera dona parte de su obra al patrimonio de Canarias
El artista destaca la influencia de las islas en su obra
"Si alcanzara a vivir 40 años más, me consagraría al estudio de la metafísica y la astronomía, dos disciplinas capaces de mostrar lo ínfimo del ego y de erradicar la vanidad, esa terrible lacra que tantos estragos ocasiona en el arte actual".Estas declaraciones escasamente protocolarias realizó ayer en Madrid el pintor Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) tras firmar el protocolo de donación de parte de su obra al patrimonio de las islas con el presidente canario, Manuel Hermoso.
Un total de 10 lienzos sobre óleo -que datan desde finales de los años cincuenta hasta comienzos de la presente década- y una serie de 20 dibujos de tinta china de los tres últimos años componen este legado, capaz de resumir el misticismo puntilloso, a la vez cálido y hierático, del conjunto de su obra en la que la vida y la muerte resultan siempre indisociables. "El arte, en tanto que aproximación terrible y contradictoria a la belleza, no puede ser otra cosa que aprender a morir. Si esto lo tenía claro ya de joven, imagínense ahora", manifestó De Vera, un artista que está afincado en Madrid desde sus 20 años de edad."Esta donación representa para mí una forma de regreso, además de expresar con ella mi infinita gratitud hacia nuestras islas", señaló el pintor, para agregar que "el orgullo de su dura geografía, extrañamente a la vez levitante y pétrea", ha estado siempre presente en sus abuhardillados talleres de Madrid. El presidente canario, Manuel Hermoso, destacó la analógica correspondencia de humildad entre De Vera y su obra, presidida por "un mensaje sereno, sencillo y discreto, propio de quien ha vivido", dijo, "en la sombra relativa, al margen de los movimientos, los modos y las modas imperantes, y dentro de un riquísimo universo de intimidad".
Cristino de Vera definió su itinerario pictórico como un modo de "fosilizar el misterio" y como una compensación nunca resuelta entre "poetizar la angustia, eliminando la oscuridad del miedo" y, por otro lado, materializar la claridad de las esencias.
"Continúo buscando algo semejante a una alada materia, una luz que aflora al limpio baño de luz que hay en la médula poética de cada figura, de cada objeto, de cada paisaje... Es como aislar cada cosa de lo fugitivo, del transcurrir movible de la existencia, de las cambiantes luces del tiempo que muere no más empezar a transcurrir", señaló el pintor canario.
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