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La marcha de Filadelfia despierta el orgullo colectivo de las afroamericanas

Lo consiguieron. Cientos de miles de hermanas -como se llaman entre sí las norteamericanas de origen africano- regresaron ayer a sus hogares en multitud de ciudades de Estados Unidos con la dulce sensación de haberse reunido en gran número por primera vez en la historia del país. La pacífica, festiva y solidaria muchedumbre reunida el sábado en Filadelfia, la cuna de la independencia norteamericana, se situó, según los cálculos del ayuntamiento y periódicos como Tlie New York Times y The Washington Post, entre 300.000 y 500.000 personas."La Marcha del Millón de Mujeres ha sido un éxito, ha marcado el nacimiento de un sentimiento colectivo que hasta ahora sólo llevábamos individualmente en nuestros corazones: el orgullo de ser mujer negra", dijo ayer Phile Chionesu, una de las dos modestas empresarias negras de Filadelfia -la otra se llama Asia Coney- que habían convocado la concentración.

Chionesu y Coney no contaron con el apoyo de ninguna organización, ni tampoco de ninguna gran personalidad nacional -Coretta King, la viuda de Martin Luther King, les negó el respaldo- Hicieron su labor propagandística a través del boca a boca, panfletos, pequeñas emisoras de radio negras y, sobre todo, Internet.

Si la primera mujer que hizo Dios fue capaz de poner el mundo boca abajo ella sola, ahora, todas las mujeres juntas podemos ponerlo boca arriba otra vez", dijo en Filadelfia Winnie Mandela, la ex mujer del presidente surafricano Nelson Mandela y mezclada en su país con un turbio asunto de asesinato. Con un homenaje a "la lucha contra la esclavitud y la injusticia" de las mujeres negras de Africa y EE UU, la célebre activista surafricana cerró el acto.

La concentración tuvo un aire más moral y religioso -la felicidad de estar juntas, las promesas de solidaridad mutua y la reafirmación de los valores familiares y religiosos- que político y reivindicativo. No obstante, las reunidas expresaron sus angustias ante el desempleo, la inseguridad en las calles, la drogadicción y los embarazos precoces que siguen azotando a los barrios negros de Estados Unidos.

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