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ELECCIONES MUNICIPALES EN ARGELIA

Urnas en zona catastrófica

Los habitantes de la periferia de la capital argelina votan atemorizados tras las últimas matanzas

Juan Carlos Sanz

Rubia, maquillada, vestida a la occidental, Hassiba sonríe al subir las escaleras del colegio Hamud Ranidan, en la municipalidad de Los Eucaliptos, más de 100.000 habitantes a medio camino entre Argel y el inquietante perfil de las crestas del Atlas. Sus 24 años se le escapan por entre las mesas electorales, como las mechas de pelo que le brotan del hiyab. Pero no hay elección, todas las mujeres en Argelia van cubiertas con el pañuelo. Es el síntoma de los tiempos. Atrás quedan los años de la mujer emancipada que dio imagen al progresismo del régimen laico argelino.La escuela es un fortín el día de los comicios locales. Gendarmes y policías cachean a los votantes. Guardas comunales, las milicias paramilitares que combaten a la guerrilla islámica en los campos y caminos con sus mismas armas (suministradas por el Ejército), patrullan por sus alrededores. Y al menos dos soldados montan guardia impasibles con el Kaláshnikov terciado sobre el uniforme de camuflaje.

Hace siete años, el Frente Islámico de Salvación (FIS) barrió en Los Eucaliptos (como en el resto del país antes de la anulación de todo el proceso electoral por los militares) en los primeros comicios locales pluralistas celebrados en Argelia: más del 75% de los sufragios.

"Lo del noventa fue una catástrofe, no te puedes ni imaginar lo que les decían a las chicas que no llevaban la cabeza cubierta", recuerda Hassiba. Cuando llegaron al poder local, los islamistas implantaron su particular versión de la sharia (ley coránica) en las ciudades del cinturón de Argel. Los bandos de los alcaldes del FIS se fijaron más al principio en la vestimenta que en los ideales y recayeron con rigor sobre la indumentaria femenina y los establecimientos que servían bebidas alcohólicas. "Cuando voy a Argel, me quito el pañuelo; aquí no me atrevería. Claro que en la ciudad tampoco llevaría una minifalda", se atropella al hablar la joven votante.

Los Eucaliptos emerge como por sorpresa entre las fábricas abandonadas que flanquean la carretera. Justo cuando los puestos de control de los servicios de seguridad comienzan a ser más frecuentes. Es el paisaje de la ruina industrial del régimen de partido único, que dio paso en Argelia al torbellino de reformas en el que nació el FIS antes de que quedaran segadas de cuajo por el golpe de 1992.

Desde entonces Los Eucaliptos es un punto más en el corazón del triángulo de la muerte, el área de la Mitiya más castigada por las matanzas de civiles, de las que presumiblemente son responsables los comandos más sanguinarios deI Grupo Islámico Armado (GIA).

Hay cruces de caminos que estremecen: por allí a Blida, por allá a Sidi Raisi, de frente hacia los restos de la batalla de Sidi Musa, donde el Ejército se ha empleado a fondo contra el maquis islamista en las últimas semanas.

"Desde 1991 ha habido más de mil asesinatos en Los Eucaliptos; degollados, acuchillados, a tiros... por los terroristas", detalla con aire de entendido Debbh, de 26 años, empleado en una fábrica de cemento e interventor del Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP) en una de las mesas electorales.

"En las legislativas de junio ya logramos el 65% de los votos, ahora vamos a ganar otra vez", asegura este militante del partido islámico (moderado) más conocido por su anterior denominación: Movimiento de la Sociedad Islámica (Hamás), hasta que la ley electoral prohibió, la pasada, primavera, la adscripción confesional de las formaciones políticas.

Las votaciones van a buen ritmo. Es mediodía y ya ha comparecido ante las urnas el 20% de los electores. A los islamistas moderados sólo le plantan cara en Los Eucaliptos los gubernamentales de la Agrupación Nacional Democrática, el partido del presidente Liamín Zerual, y el Frente de Liberación Nacional, antiguo partido único, aunque el Movimiento de la Sociedad por la Paz también está presente en el actual Gobierno de coalición argelino. Por supuesto, los partidos laicos no se han tomado la molestia de presentar candidatos en esta circunscriprión.

"¿Miedo?, menos que hace unos meses", admite Debbh tras ajustarse despaciosamente las gafas. "¡Ojalá que gane el RND!", grita Hassiba escaleras abajo. Y los periodistas se van con un gran estruendo de la puerta metálica del colegio Hamud Raindan, sin niños, y con tantas armas el día de las elecciones.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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