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Tribuna
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El milagro de Asia está vivo y coleando

A pesar de las convulsiones monetarias, las economías de la región seguirán prosperando

Desde 1965 los países en vías de desarrollo del este de Asia vienen estableciendo plusmarcas de ritmo de desarrollo económico. Las economías de los tigres -Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur- multiplicaron por seis sus niveles de renta per capita entre 1965 y 1995. Las economías de rápido crecimiento del sureste de Asia -Indonesia, Malaisia- y Tailandia- triplicaron con creces sus niveles de renta en el mismo periodo. China, tras iniciar reformas a finales de la década de los setenta, se convirtió en una de las economías más dinámicas del mundo. Pero de pronto las crisis monetarias que hostigan a la región están haciendo que se pongan en duda estos logros. ¿Ha llegado a su fin la era del crecimiento rápido en Asia?Yo apostaría por una recuperación rápida, seguida de muchos más años de crecimiento económico elevado. Para ser más concreto, la evidencia indica que las economías del sureste de Asia pueden registrar un crecimiento anual del PIB del 6% o más (4% o más en términos per cápita) durante la próxima década. Las economías de los tigres podrían crecer a un ritmo más lento, quizá el 4% o 5% anual, pero esto es un tributo que hay que pagar por haber alcanzado la "edad madura", con niveles de renta que ya figuran entre los más altos del mundo. Los dos gigantes de Asia, India y China, están preparados para lograr un crecimiento sostenido de al menos un 6% anual, y probablemente mayor. En pocas palabras, es probable que las economías asiáticas sigan estando entre las de más rápido crecimiento del mundo. La expansión de estas economías se ralentizará gradualmente con el tiempo, pero sólo porque su nivel de renta irá reduciendo distancias con el de las economías más ricas. Los agoreros han salido en masa. El profesor Paul Krugman ha tirado por los suelos el rápido crecimiento de Asia diciendo que es "fundamentalmente una cuestión de transpiración más que de inspiración", como si las altas tasas de ahorro e inversión fueran de alguna forma signo de debilidad. Asia ha sido capaz de fomentar el ahorro y de atraer capital y tecnología porque las condiciones subyacentes han sido sólidas, entre otras una orientación hacia el sector privado, la competitividad de las exportaciones y una gestión macroeconómica prudente. Muchos países transpiran, pero pocos logran altas tasas de crecimiento sostenido. El éxito de Asia se ha construido sobre cimientos sólidos.

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Naturalmente, no todo va bien. Las divisas permanecieron vinculadas al dólar estadounidense mucho tiempo desde que se revalorizara fuertemente frente al yen y el marco alemán, La consecuencia fue que las economías asiáticas perdieron competitividad exportadora frente a Europa y Japón. También perdieron competitividad respecto a China, que devaluó el yuan frente al dólar en 1994, lo cual "Además de una contribuyó a aumentar drásticamente sus exportaciones. Parte de ese incremento de los envíos de China señalaba un cambio que restaba negocio a otros países del área. Si las divisas del este de Asia (aparte del yuan) hubieran flotado libremente, se habrían ido devaluando gradualmente frente al dólar a partir de 1995. Al final, han acabado viniéndose abajo estruendosamente.

Además de una mala gestión monetaria a corto plazo, la región también jugó con fuego al fomentar grandes entradas de capital a corto plazo procedente del extranjero. En muchos países de la región, los mercados de capital fueron liberalizados en la década de los noventa, mientras que la supervisión de bancos y otras instituciones financieras era laxa. Muchos de los préstamos a corto plazo procedentes del extranjero acabaron en aventuras inmobiliarias y otras inversiones especulativas, en algunos casos controladas por amiguetes de funcionarios del Gobierno.

Tras las devaluaciones de moneda y el endurecimiento del crédito, muchos de estos proyectos acabarán en incumplimiento de pagos y podrían incluso desencadenar cierres de bancos. Aunque las exportaciones se reactiven en 1998, es probable que el sector de la construcción siga deprimido.

Sin embargo, la fuerza de la gestión económica de Asia no ha radicado en su perfección sino en su pragmatismo y flexibilidad. Los líderes de Asia han sabido leer los mercados y, por consiguiente, orientar las velas en aguas turbulentas. Cuando Indonesia sufrió una crisis financiera en 1974, orientó el timón con fuerza dirección a las reformas de mercado. Cuando la economía de Corea del Sur sufrió un calentamiento excesivo en 1979, redujo rápidamente el excesivo gasto público. Cuando Malaisia se pasó de la raya con las inversiones del Estado en empresas, a principios de los ochenta, siguió una política de recorte presupuestario y privatizaciones. En cada caso, el crecimiento elevado se reanudó en el plazo de uno o dos años.

Asia proseguirá el proceso histórico de ponerse a la altura de las economías occidentales. En 1950, tras décadas de guerra y agitaciones, la parte del PIB mundial que correspondía a Asia era sólo 17%. En las tres últimas décadas, por fin pilló los vientos de cola del capitalismo mundial. El crecimiento rápido ha propulsado el porcentaje de Asia hasta el 40%. Con una gestión prudente y respuestas flexibles a un entorno cambiante, las economías de Asia producirán más de la mitad de la renta del mundo en las primeras décadas del siglo XXI.

Jeffrey D. Sachs es director del Instituto para el Desarrollo Internacional de Harvard y consejero económico de varios gobiernos asiáticos. copyright Time.

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