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El PC ruso supedita su moción de censura al diálogo con el poder

La moción de censura contra el Gobierno ruso, presentada por el Partido Comunista (PC) la semana pasada y cuya votación fue pospuesta para el miércoles próximo, sigue en pie. Así lo decidió ayer el pleno del Comité Central del PC, aunque los dirigentes comunistas matizaron que la decisión final dependerá de la respuesta que dé el Ejecutivo a las peticiones que presentaron al Gabinete y al presidente Borís YeItsin.

Los comunistas piden que el presidente Yeltsin firme la nueva Ley de Gobierno -la cual da al Parlamento un poco más de influencia en la formación del Gabinete-, que cree comisiones de supervisión en las televisiones estatales con el fin de lograr una mayor presencia en la pantalla chica y que congele el alza de los alquileres de las viviendas.Se han equivocado quienes creían que los comunistas ortodoxos triunfarían y se impondrían sobre la posición del líder del PC, Guennadi Ziugánov, a quien tildan de conciliador. Hubo críticas, sí, pero fueron minoritarias.

Esta noticia es buena no sólo para el propio Ziugánov. Lo es también para el Gobierno y para su primer ministro, Víktor Chernomirdin, pues significa que las posibilidades de que la moción de censura prospere son mínimas. Ziugánov ha demostrado ser un interlocutor razonable, y es preferible negociar con él a tener que hacerlo con un duro como Valentín Kuptsov, el líder de los ortodoxos en el PC ruso.

El actual régimen, lo que menos quiere es desatar una profunda crisis política que conduzca a nuevas elecciones parlamentarias, consciente de que no puede ganarlas.

El Gobierno, por lo tanto, parece dispuesto a hacer concesiones a la oposición. El propio Anatoli Chubáis, el ultraliberal primer vicepresidente del Gabinete, ha dicho que las propuestas que contiene la carta enviada por Ziugánov a Yeltsin son "bastante aceptables y realizables". Sin embargo, de todas maneras hay temas "en los que habrá discusión".

El Gobierno no tiene mayores problemas en crear los "consejos de supervisión" en las televisiones estatales, pero, en cambio, no está de acuerdo en congelar durante dos años la subida de los alquileres y los servicios comunales.

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Todo parece indicar, pues, que habrá negociaciones y que la moción de censura será nuevamente postergada o simplemente no prosperará. Y ello porque la oposición tampoco está interesada en hacer caer al Gobierno y forzar unas elecciones parlamentarias anticipadas. Esto se explica por el sistema político ruso, que da inmensos poderes al presidente y muy pocos a la Duma Estatal. La Duma no puede imponer al presidente de la república su propio candidato a primer ministro.

Por eso, antes que desatar otra crisis que no les llevará al poder, la oposición moderada prefiere sacar dividendos políticos y obtener nuevas tribunas desde las que puede hacer oír su voz. De ahí su interés en que se llame a una mesa redonda para discutir el desarrollo de las reformas -aunque no pueda influir sustancialmente en su curso- y su insistencia en que funcione el mecanismo de los cuatro grandes, es decir, las reuniones periódicas de Yeltsin y Chernomirdin con Guennadi Selezniov, un comunista, y Yegor Stróyev, los presidentes de las cámaras del Parlamento.

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