Por todo lo alto

Fueron 22 canciones para una despedida. Al menos momentánea, pero un adiós a 11 años en los que esta superbanda pucelana ha transformado ese curioso capricho del oyente joven español, que es la música celta, en el pop más asumible y con capacidad de crear legiones de fieles seguidores. Así lo atestiguaban las cerca de 6.000 personas que se acercaron al futurista coso taurino de Leganés. Por cierto, éste dejó abierta la mitad de su cúpula para regocijo del respetable que vio cómo una enorme luna iluminaba el sobrio escenario, compitiendo con el extraordinario juego de luces que aportaba el grupo. El sonido, en cambio, no estuvo a veces a la misma altura.Cifuentes, Soto y demás numerosa peña salieron desde el principio de la actuación con ganas de hacer una despedida por todo lo alto. Como ellos mismos se encargaron de remarcar, con este concierto se ponía fin a la larga gira que les ha tenido viajando por todo el país. Con tal ánimo, el grupo acometió con un poderío energético apabullante el largo rosario de éxitos de condición ecléctica, con los que ha crecido toda una generación de jóvenes españoles: los de los años noventa.

Bote colectivo

Arrancaron con No nos podrán parar. Efectivamente, la gente respondía con un bote colectivo que no habría de defenderse casi durante toda la actuación. En la cuarta canción, Madera de colleja, los vallisoletanos se calzaban unas calvas de goma, a excepción de Jesús, que se puso un pelucón amarillo. Se lanzaron confeti y espumillón unos a otros y, entre bromas y veras, el arrebatador y variado estilo del grupo fue llenando la noche de rock, ska, blues, reggae, merengue, rumba y, por supuesto, sonidos celtas.El grupo ha atesorado cinco elepés que cualquier admirador del pop español debe tener en su discoteca particular. Entre los cinco, un puñado de canciones que reflejan a la perfección las preocupaciones de los que aún creen posible la rebelión contra el imperialismo yanqui, el triunfo de la ecología y lo bonito que sería llevarse todos muy bien. Haz turismo, Qué voy a hacer yo, El emigrante o Cuéntame un cuento son canciones que responden a ese modo de ser y que ya ostentan la categoría de clásicos. Pero si hay que resaltar algún momento, siempre es emocionante escuchar el tema 20 de abril. Máxime cuando se intuye que tal vez no vuelva a escucharse en mucho tiempo.

Los Celtas Cortos se marchan de viaje a algún lugar mágico en el que fumar negro y sin filtro aún no esté mal visto. Buena travesía. Y buena suerte.