_
_
_
_
FERIA DEL PILAR

Ponce: inteligencia y afición

Llega el final de temporada y muchos diestros están atorados. Unos lo demuestran, otros no y alguno hasta sigue teniendo ganas de torear y de complacer al público.En este último caso está Enrique Ponce que, a pesar de haber rebasado ya el centenar de corridas, sigue con la afición y la responsabilidad que tenía en el mes de marzo. En esta última de la feria pilarista así lo demostró, a pesar de que las reses del Conde de la Corte, para no ser menos que la mayoría de las lidiadas en el ciclo, salieron deslucidas.

Y si a alguien le pareció potable el quinto, el ganadero tendrá que agradecerlo a la inteligencia y la afición de Ponce. Porque fíjense en la de lindezas que hizo el animal, que tenía dos serias velas: echar las manos por delante, escarbar, salir suelto de las varas, doblar las manos y llevar la cara alta. Por lo menos se movió con cierta violencia y transmitió algo de emoción. Ponce lo entendió muy bien, le plantó cara y lo amarró a la muleta cuando hizo amagos de rajarse, lo que al final consumó cuando el muleteo, necesariamente, obligó menos. Media y descabello dieron paso al trofeo que premiaba una faena de mérito.

Corte / Joselito, Ponce, Tomás

Cinco toros de Conde de la Corte (4º sobrero, en sustitución de un inválido) y 3º de María Olea: bien presentados, flojos, mansurrones.Joselito: ovación y pitos. Enrique Ponce: aviso y pitos; oreja. José Tomás: ovación y pitos. Plaza de Zaragoza, 13 de octubre. 10ª y última corrida de feria. Lleno.

El segundo fue un manso total, que se cansó de dar vueltas a la plaza, sin que nadie consiguiese sujetarlo. Ponce estuvo voluntarioso con la franela y desacertado con el pincho.

El primero de Joselito tenía bondad, pero era flojo y se quedaba muy corto. El diestro lo cuidó con suavidad pero ahí no cabía la emoción. Al cuarto y al sobrerbo los recibió con sendas largas cambiadas. A ese sobrero, corretón, sin fijeza, andarín e incierto, muy mal lidiado, le dio unas buenas dobladas, pero al primer extraño se desconfió y acabó encrespando al público.

José Tomás, frío y desangelado toda la tarde, hizo una faena discreta a su primero, un manso al que espabilaron en banderillas. En el bien armado sexto, que al principio de faena se comía la muleta, estuvo mal, con dudas y sin recursos, como atorado y sin ambición. Y si otras veces ha dado auténticos recitales toreando al natural, esta vez ofreció una repetida muestra de algo que en él casi se está convirtiendo en una especialidad: desarmes y enganchones.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_