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Madrid - Luanda, un amor correspondido

El comercio y la cooperación de España se afianzan en Angola

Alfonso Armada

ENVIADO ESPECIAL Aurelio Moreno lleva cerca de 30 de sus casi 74 años fondeado en África. Hace tiempo que dejó de atravesar el Atlántico en buques de carbón, de pescar bacalaos en Terranova o camarones en aguas de Mozambique y Angola. Como representante de la empresa onubense Gabrielitos en Luanda, sus tareas le tienen ocupado en tierra firme. Por su coraje en los confrontos de 1992 en la capital angoleña recibió un diploma (cruz de caballero) firmado por el rey Juan Carlos. Aunque la paz no acaba de asentarse -"es un país demasiado rico y tal vez por eso demasiado desgraciado"-, el señor Aurelio, que conduce su Mercedes por las carcomidas avenidas de Luanda vestido con guerrera colonial, representa la prueba viva de que entre Angola y España hay un amor correspondido. Los responsables locales de la Oficina Comercial Española (OCE) y de la Agencia Española de Cooperación lo corroboran.Leer los gráficos que dan cuenta de los intercambios comerciales entre Angola y España es leer la historia reciente de la que fuera joya del imperio ultramarino portugués. Así, las exportaciones españolas superaron largamente la barrera de los 300 millones de dólares (más de 45.000 millones de pesetas) en 1992, cuando parecía que las primeras elecciones democráticas iban a sellar la paz. La negativa de la guerrilla de Jonás Savimbi a aceptar su derrota volvió a sumir al país en una etapa de la guerra todavía más furiosa que sólo el acuerdo de paz de Lusaka en 1994 hizo remitir.Siempre que en los círculos del Gobierno se habla de España hay un furor -mitad mito mitad realidad- que sale a relucir: el adiestramiento y equipamiento de la Fuerza de Intervención Rápida (los temibles ninjas) les permitió derrotar la sublevación de la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA) en Luanda. Savimbi esperaba que la llegada de José María Aznar a la Moncloa marcara un cambio de rumbo en la política hacia Angola, "pero no ha habido ninguna nueva directriz", recalca Francisco Balaguer, consejero económico y comercial de la Emba ada de España. "Angola se considera un país prioritario. Tras Marruecos y Argelia, es el país africano con el que hay más comercio e intercambio, e incluso supera a algunos latinoamericanos".

El escepticismo es el sentimiento que hoy predomina entre los angoleños, curados de falsas esperanzas. Balaguer lo comprende, aunque, después de tres años al frente de la OCE insiste en que "Angola es un país prometedor". Buena parte del trabajo de la OCE es financiar el 80% de lo que viene de España. Desde 1992 el comercio ha ido remontando, "aunque todavía estamos lejos del nivel de ese año". Balaguer confia: "Creo que aquí puede ocurrir un milagro económico como en España en los sesenta, si se consolida la paz."

Las dos líneas de crédito que España tiene con Angola sirven sobre todo para financiar proyectos escolares, sanitarios y de líneas eléctricas, y a ellos han acudido empresas de segundo nivel, como Emex, Elecnor, Montreal, lecsa o Ramón Vizcaíno. Antes de 1992 se vendieron a Angola 12 aviones fabricados por la empresa CASA. También se vendieron muchas unidades de la empresa Pegaso.

Otra vía hispano-angoleña es la de cooperación, y Renfe la empresa con un proyecto de más envergadura, por un importe de 400 millones de pesetas.Tras EE UU y quizá Brasil, España es el país que más ayuda facilita a Luanda. La Agencia Española de Cooperación en Angola colabora estrechamente con organizaciones no gubernamentales españolas presentes en el país.

A un diplomático consciente jamás se le ocurriría asegurar que el Gobierno que le acoge es un nido de corrupción o que su país es de los pocos que cobra sus deudas con puntualidad. Si es cierto, según diversas fuentes, que España es de los que reciben mejor trato del Banco de Angola, también lo es que la principal entidad financiera angoleña debe miles de millones a empresas de distintas nacionalidades y que a pesar de que las cuentas que se ven obligadas a abrir en la entidad rebosan de ceros no hay dinero real para respaldarlas. Son los claroscuros de una realidad que desespera a más de uno que tiene que lidiar con "un país imposible". El consejo de Balaguer es claro: "No venda si no tiene garantía de pago".

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