Blair se compromete a liderar el renacimiento británico con trabajo y educación para todos

Pan, trabajo, educación, seguridad y bienestar para todos. En suma, el mejor país de la Tierra. Tal es la visión del futuro que el joven primer ministro Tony Blair se comprometió ayer a materializar para transformar al Reino Unido en "faro del mundo" y producto del renacimiento británico. Con el mismo tono vehemente y cargado de urgencia que le ayudó a destronar a los conservadores en las elecciones de mayo pasado, Blair pidió el apoyo a las reformas radicales para mantener al país "con el dedo en el botón del avance acelerado".

El discurso de Blair ante una sala colmada de centenares de eufóricos correligionarios reunidos en Brighton, así como la reacciones que provocaron sus palabras, dieron una medida de cuán duradera se ha convertido la "primavera británica" desde la primera derrota de los conservadores en 18 años. Un año menos desde la última vez que un primer ministro laborista se dirigió a sus líderes y bases con propuestas similares.

Blair, que en los últimos sondeos se apunta un apoyo popular del 93%, derrochó y contagió confianza. Los vítores mas sonoros estallaron cuando esbozó los alcances de la reforma "radical y moderna" con la cual quiere devolver gloria a un país en franco declive frente a Estados Unidos. Blair, de 43 años, que en los últimos días ha tratado de anular temores de que Londres se está precipitando a abrazar la Moneda Unica Europea, tocó sólo tangencialmente la agenda internacional del Gobierno.

"La mediocridad se ha roto"

Su enfoque a los problemas domésticos y los obstáculos que éstos representan para su gran plan fue intenso y directo. Previsiblemente, Blair dedicó más tiempo a asegurar que el renacimiento británico es posible y está al alcance. "Al pueblo británico digo que las cadenas de la mediocridad se han roto, los días de cansancio han quedado detrás y somos libres de brillar una vez más. Somos libres para construir esa nación modelo del siglo XXI, para convertirnos en el faro del mundo", dijo. "Creed en nosotros tanto como nosotros creemos en vosotros".

Ofreciendo algunas de las características del nuevo Reino Unido, el que se viene en dos años, Blair habló de una sociedad donde la tolerancia al crimen será de cero. Cada escuela tendrá ordenadores. Ya que la educación tomará toda preferencia, la reparación de escuelas a nivel nacional será una prioridad. El paro será combatido con imaginación y alicientes, señaló el primer ministro.

Y en este nuevo mundo, advirtió Blair no habrá espacio ni paciencia para la insensibilidad industrial o el sindicalismo díscolo. Blair insistió en que el pilar fundamental de la sociedad a la que quiere guiar hacia el gran cambio es la familia y el espíritu que mueve a la política laborista es la compasión. No es una opción blanda", dijo Blair antes de referirse a "la compasión con un lado duro".

"Vamos a tener que enfrentarnos a decisiones difíciles para construir esa sociedad compasiva", dijo. Sus palabras no hicieron sino confirmar la impresión de que Blair, seguro de salir con el apoyo de la convención de los laboristas en Brighton en el bolsillo, está preparando el terreno para contrarrestar a sus adversarios de la izquierda laborista en vísperas de lo que se perfila como una ardua batalla para el Gobierno.Inscripción en la universidad

La proyectada imposición de costos de inscripción para universidades en un país con larga tradición de ingreso gratuito a la academia ha enfurecido a estudiantes y profesores. Ese plan, cuya discusión. comienza hoy, promete empujar a Blair a defender y adoptar por primera vez políticas impopulares invocando razones económicas.

Si bien reinaba el ambiente de congratulación y bonhomía en Brighton, no todos brindaban por la misma causa. La izquierda laborista se anotó una altamente significativa victoria bloqueando las ambiciones del controvertido confidente (le Tony Blair, el ministro sin cartera Peter Mandelson, de ser electo miembro del Consejo Ejecutivo Nacional (CEN). Mandelson fue derrotado por el veterano político izquierdista Ken Livingstone, que prometió en Brighton "hablar alto y no permitir imposiciones".