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El nuevo examen práctico de conducir, que dura cinco minutos más, se aplicará en febrero

LARA OTERO Cinco minutos más de examen práctico (25 en total), pruebas específicas de circulación para motoristas (si carecen del carné de coche) y conductores de vehículos pesados. El nuevo Reglamento General de Conductores introdujo en junio estos cambios para adaptar los permisos españoles a los europeos. Pero todavía no se ha aplicado. Los examinadores no han recibido los cursos necesarios y los matriculados no entran hasta febrero en el nuevo plan. Examinadores y autoescuelas piden pruebas más exigentes para mejorar la formación de los conductores y frenar el aumento de accidentes.

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Casi cien muertos más en lo que va de año respecto a 1996. En toda España, 2.817 personas han dejado su vida en un arcén hasta el pasado día 10. Sólo en la Comunidad de Madrid murieron por accidente de tráfico en julio y agosto 45 personas, nueve más que en el verano de 1996. El odio so récord no tiene una causa única. Parece cierto que la mejora de la economía pone más tráfico en el asfalto: según los datos del subdirector general de Petróleo, Antonio Martínez Rubio, en el segundo trimestre del año se ha consumido un 6% más de gasolina y gasóleo de automoción que en el mismo periodo de 1996. Pero dado que los fallos humanos y las infracciones están presentes en la mayor parte de los accidentes (el 56% de los conductores implicados en los ocurridos en la carretera en 1996 había infringi do la ley), tanto las autoescuelas como los examinadores responsables de otorgar a alguien el permi so para conducir consideran ne cesario mejorar la formación de los conductores, novatos y veteranos."Hay mucha gente que no con sigue un título de mecanografía porque no da las suficientes pulsaciones, pero el de conducir lo tiene todo el mundo", resume José María O'Mullony, secretario de la recién constituida Asociación de Examinadores de Tráfico (Asextra). Exactamente un total de 17.187.616 españoles en 1996. De ellos, 2.181.366 en la Comunidad de Madrid (el 43% de la población total).

José Antonio Peñas, jefe de formación de la Dirección General de Tráfico (DGT), asume que "la gente va [a las autoescuelas] a obtener el permiso y no para aprender a conducir". Un mero trámite administrativo que da licencia para matar y matarse, previo pago de entre 80.000 y 100.000 pesetas como media. Peñas considera que se debería estudiar el código de circulación y no limitarse a rellenar exámenes tipo test en las autoescuelas.

Peñas comenta que la DGT estudia rehabilitar a los conductores que acumulan sanciones (en 1996 se retiró temporalmente el carné a uno de cada 115 conductores, un aumento del 46,56%); algo que apoyan examinadores y profesores. "Más que un nuevo examen se trataría de darles cursos para mentalizarles del peligro", matiza.

Peñas no ve factible que se tomen otras medidas que proponen los profesionales, como establecer un mínimo de horas de vuelo antes del examen. "Sería muy complicado imponer un mínimo de horas porque no todas las personas necesitan el mismo número de clases", arguye. En Japón, por ejemplo, uno de los países con sistema de aprendizaje más duro, se exige un mínimo de 34 horas de teórica y otras tantas de práctica. Tampoco le entusiasma la propuesta de incluir la posibilidad de que a los alumnos les toque examinarse de noche para que hagan alguna práctica nocturna. Según los datos de la DGT, el 30,5% de los accidentes mortales de 1996 se produjo por la noche en vías no iluminadas. Peñas aduce falta de recursos humanos: "Sería bueno, pero muy difícil por el horario de los funcionarios".

Éstos, por su parte, proclaman su buena disposición para llevar a cabo esa iniciativa. Añaden otras ideas que vienen a coincidir con las que proponen las asociaciones de autoescuelas. "Debería exigirse que cada alumno tuviese que dar no un número de prácticas totales, sino por determinado tipo de vías, adelantamientos, etcétera. ¿Cómo se puede dar el permiso a quien no ha adelantado en la vida?", se pregunta Carlos Holgado, presidente de Asextra, que dice agrupar al 80% de los 565 examinadores y coordinadores de la DGT. Ese organismo "considera que es una maniobra voluntaria y que no se puede examinar de ella".

Y si no se incluye en el examen, nadie quiere aprender. Es un axioma tanto para Daniel Victoria, presidente de la Asociación Madrileña de Autoescuelas (que agrupa a unos 800 de los 970 centros de la región), como para el de la Confederación Nacional, José Miguel Báez, integrada por 4.600 de los 5.356 empresarios de España. Ambos, junto a la Federación de Autoescuelas de Cataluña, piden que el permiso para conducir se condicione durante los dos primeros años al "buen comportamiento" de los novatos. Creen que si uno se acostumbra a ser prudente, ya lo será siempre. Esa idea parece haber hecho mella también en una aseguradora (Asegurator, del grupo Otaysa) que no aplica recargo a jóvenes sin experiencia (hasta el doble del precio que paga el veterano) si realizan un curso gratuito en su escuela de conducción. Les salen las cuentas (el programa completo cuesta unas 50.000 pesetas) porque dicen que en año y medio han pasado 5.000 jóvenes por ella y han tenido los mismos siniestros que los veteranos. Y enseñan el tipo de cosas que precisamente reclaman las autoescuelas que se exija (conducción nocturna, adelantamientos, primeros auxilios). "Las autoescuelas no pueden hacer mucho más de lo que hacen, pero nosotros invertimos en la formación de nuestros asegurados para toda la vida", señala el director de la escuela, Guillermo Gómez.

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