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"Vivimos un momento regresivo para el arte y para la poesía"

El homenaje que se le rinde no le saca de su proverbial sentido de Ia asepsia y la causticidad. Ni en estas fechas de gala se anda José Valente (Orense, 1029) con contemporizaciones: "Vivimos un momento peculiarmente regresivo del arte y la poesía", asevera. "Sé de valiosas voces aisladas, algunas de ellas muy jóvenes, que pasan inadvertidas. Y, mientras tanto, el centro de atención lo copan grupos de poder que practican una poesía monosémica y ramplona. Hay que desconfiar de los grupos literarios, pues son, por definición, refugios virtuales o criaderos de mediocres".Convencido de que la poesía es una aventura "rigurosamente individual, de una soledad equiparable a la que experimenta un corredor de fondo", celebra por eso el doble que el encuentro se centre en exclusiva sobre la obra de Valente. Y también su confluencia con muestras de pintura y de música, pues "el grave daño secular de la poesía española ha sido su impermeabilidad hacia el resto de las artes y, de un modo paralelo, hacia la poesía europea. La poesía debe velar por que las diversas materias del arte se unifiquen en una sola experiencia artística", sostiene el autor de Fragmentos de un libro futuro, el poemario en que viene trabajando en los últimos años y que no piensa cerrar sino a título testamentario. Su figura será la cuadratura del Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde, a partir del próximo lunes, se abrirá una exposición de sus ediciones conjuntas con artistas como Chillida, Saura o Tápies, y en la noche del martes se celebrará un concierto con piezas de Mauricio Sotelo sobre textos de Valente, precedido de una conversación sobre su obra con seis poetas.

"La noción de generación es un contrasentido que lo reduce todo a la cronología del pistoletazo de salida, pero que no criba la marcha de los diversos poetas. Por definición, la generación deviene en degeneración", afirma Valente, quien prefiere hablar de "promociones" u "oleadas". "Yo me situaría, en todo caso, con la salvedad de que sólo creo en los francotiradores o corredores de fondo, en la segunda oleada de la poesía de posguerra. Puestos a bosquejar ubicaciones, prefiero cualquier cosa a ese dichoso rótulo de generación del cincuenta, que parece aludir a cincuenta jinetes o a un nómina con esa cifra exacta de poetas", ironiza.

Consciente de que la poesía es, por encima de todo, una experiencia de conocimiento y metalenguaje, "en las antípodas de lo instrumental y legislable", Valente denuncia la emergencia de la llamada poesía de la experiencia, que pone el énfasis en "el fetichismo de la comunicación". "Curiosamente, se corresponde con la reivindicación de la peor poesía, ramplona y monosémica, no sólo entre los poetas de mi edad, sino también de ahora, a los que englobaría como la generación del premio Loewe". "Hablar de poesía comunicativa o de la experiencia es una impostura vinculada a la literatura como negocio u ostentación, y que sólo repara en los efectos sin aludir a lo esencial, que es la naturaleza del proceso creador".

Valente insiste en la distinción entre la pureza de la palabra poética, "que se abre en círculos, hacia la interiorización, por las capas de la memoria", y "la palabra instrumental" de la poesía que pretende comunicar la propia experiencia, a la que considera una redundancia del balbuceo periodístico, cuando no "un sucursalismo del lenguaje mendaz de los políticos".

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