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La parábola de los dos herniados

Javier Sampedro

El hospital Fremap de Sevilla prohibió hace algún tiempo que pudieran compartir habitación un herniado operado por laparoscopia y otro que lo hubiera sido por cirugía convencional. La razón, según la cuenta su jefe de cirugía general, Manuel Martín, es la siguiente:Hace un año llegaron al hospital dos pacientes con hernia inguinal, uno gaditano y otro malagueño. Martín les ofreció a ambos la laparoscopia, pero sólo el gaditano la aceptó. El malagueño prefirió la intervención clásica. Los dos fueron operados la misma tarde, y enviados a la misma habitación del hospital. A la mañana siguiente, Martín le preguntó al malagueño cómo se encontraba. El hombre, con un hilo de voz, se limitó a solicitar unos calmantes y se quedó en la cama sin atreverse a mover ni las pestañas.

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Luego el cirujano le preguntó lo mismo al gaditano. "Estoy de miedo", respondió éste. ¿Podía el paciente levantarse? Podía. ¿Y hacer este o aquel movimiento? Sí, señor. Según Martín, el gaditano llegó a ponerse a dar brincos ante su mirada estupefacta.

Una semana después, el médico les quitó los puntos a los dos. Al malagueño, como es preceptivo, le firmó un mes y medio de baja. Y al gaditano, en vista de que estaba como una rosa, le dijo: "Muy bien, a usted le voy a dar el alta ahora mismo". El hombre puso una cara como si le acabaran de mentar a la bicha. "¿Cómo que me va a dar usted el alta? ¿Pues no le acaba de firmar un mes y medio a ése de ahí?". "Pues sí señor, pero es que usted está perfectamente", respondió el cirujano. "Esto es intolerable", dijo el gaditano, "si lo llego a saber, le hace usted la laparoscopia a su perro, si es que tiene".

Como el hospital Fremap pertenece a una mutua de seguros, tiene muy sólidas razones técnicas para animar a sus médicos a explorar o importar métodos que acorten los procesos postoperatorios. La cirugía ayudada por vídeo es sin duda un paso de gigante hacia ese objetivo.

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