Ponce cortó el rabo
Del rabo de Ponce, dicho sea con todos los respetos, se va a hablar largo y tendido. Pero estas cosas se ven venir, porque dando orejas con la alegría que se dan, ¡qué hacer! Realmente, Ponce tuvo la suerte de encontrarse con Ladrillero, que llegó a la muleta con blandura en los cuartos traseros pero derramando codicia y nobleza y en circunstancias así, cualquier torero con iniciativa dice ésta es la mía y la arma.¿Que en estos tiempos se arma con poco? En esas estamos. Pero que no haya deméritos para el valenciano, porque lo cierto es que lo toreó guapamente y estuvo imaginativo al final de su trasteo, endilgando un pase indescriptible, que puso el griterío a cien.
Ya tenía el terreno abonado, porque en el segundo, blando también, cortó un par de orejas de esas que se cortan hogaño, sin demasiado fundamento. Empezado el melonar ahí, cuando apareció el mentado Ladrillero, la feria sintió como un mareo y tanto se mareó que hasta pidieron la vuelta para el toro; un toro que sólo tomó una vara y escarbó en más de una ocasión. Ponce salió a hombros, claro, y el rabo se lo tiró a la joven ganadera, debutante en su tierra. Pero el rabo, sin duda, traerá cola.
Gutiérrez / Joselito, Ponce, Rivera
Toros de Pedro y Verónica Gutiérrez, agradables de cara y dóciles; 2º de Zalduendo, con fijeza; 6º de Gabriel Hernández, con nervio. Joselito: oreja y bronca. Enrique Ponce: dos orejas; dos orejas y rabo. Rivera Ordóñez: ovación y saludos; aplausos.Plaza de la Glorieta, 17 de septiembre. 6 a Corrida de feria. Lleno.
Joselito dibujó una media verónica de cartel en su primero, y comenzó en el platillo con un ajustado muletazo cambiado. Pero el toro se derrumbó sin disimulo alguno. Pastuaño y blando, volvió a caer y, además, escarbó. El torero estuvo fácil, sufrió un desarme y con el toro, que fue a menos, recorrió diversos terrenos de la plaza. El cuarto no esperó a la muleta para derrumbarse. Lo hizo ante el capote de su matador y luego en el quite. El broncazo para toro y torero fue sonoro.
El tercero fue devuelto por cojo y Rivera corrió turno. Hubo un frustrado espontáneo que no llegó al toro. Cuando salió el brochito de la ganadería titular, el matador capoteó con aseo nada más. En el sexto lo quiso arreglar y veroniqueó con coraje a un toro manso, que se dolió en banderillas. Como en la muleta tuvo nervio, el torero lo tomaba de lejos al comienzo de cada serie y era bonito ver galopar al toro, aunque volvió a cantar la gallina cuando sintió el estoque y se fue corriendo a chiqueros, en cuyo estribo murió. La faena tuvo vibración, pero la espada lo estropeó todo.
Babelia
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