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Anglada narra una historia de dignidad en medio del horror de Auschwitz

La poeta y escritora catalana María Àgels Anglada (Vic, Barcelona, 1930) se sintió golpeada por la guerra de los Balcanes y trató de hacer algo para denunciarla. "Pensé que volvíamos a las andadas", dijo ayer en Madrid para explicar los motivos que le empujaron a escribir en 1994 El violín de Auschwitz, novela de 126 páginas -"casi todas las novelas me parecen muy largas"- publicada primero en catalán -lleva vendidas 13 ediciones y ganó el premio Prudenci Bertrana- que ahora presenta Alfaguara en castellano. En ella, Anglada narra la historia de Daniel, un luthier judío de Cracovia internado en un campo de exterminio nazi que recibe el encargo de construir un violín para el comandante del campo.Profesora de filología clásica, gran conocedora de la mitología de Grecia y Roma, "y amante de la historia cotidiana de las pequeñas cosas", la escritora recordó ayer en Madrid que la novela nació "inspirada en la idea homérica de que el sufrimiento, si no se canta, se olvida", y que se forzó a escribir, también bajo el influjo de la Iliada, desde el punto de vista de la víctima.

Por ello eligió como protagonista a un judío polaco, "fueron los que más sufrieron el holocausto", y a la vez recurrió, como metáfora de la belleza, a su vieja pasión melómana -"no correspondida: soy una pésima pianista"-, que había aparecido ya en obras anteriores como Viola d'amore. Anglada amplió esta vez su tarea de documentación a los libros de historia, los relatos de supervivientes del genocidio y las visitas al taller de un luthier catalán. Y para cuando se puso a escribir su "reflexión sobre la coexistencia de la belleza y el horror, del infierno y la felicidad", según la definición de Valentí Puig, estaba ya casi enferma: "El proceso fue muy agobiante. La escritura me perturbó mucho, tuve que parar a la mitad, me hizo perder el sueño... Me decía: "Tú aquí tan tranquila durmiendo y el pobre Daniel ahí, sufriendo".

"Descarnado"

"Éste es, sin duda, mi libro más descarnado", afirma esta mujer de vasta cultura, que vive al margen de los circuitos comerciales literarios, en Figueres, y se considera "una afrancesada". Como escritora, se dio a conocer al ganar el premio Josep Pla en 1979, con su novela Les closes (Los cercados). A partir de ahí, combina la poesía y la narrativa, lo que ha podido influir en El violín de Auschwitz.

"La escribí como un poema largo". Pero junto a esa sensación de irrealidad poética, el libro da una descripción absolutamente verosímil del infierno. Tanto, que un testigo directo, Jorge Semprún, aceptó ser guionista de la adaptación al cine que producirá Andrés Vicente Gómez. Será que, como apunta Valentí Puig, "El violín... no da respuestas, pero nos sitúa en la cotidianidad del horror y nos muestra la esperanza de una primavera bellísima, sembrada sobre miles de cadáveres".

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