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Anguita consuma la escisión de IU en Galicia y funda un nuevo grupo con 300 militantes

Xosé Hermida

Nada ni nadie va a detener ya el "proceso de regeneración" de Izquierda Unida (IU), como lo definió ayer su coordinador general, Julio Anguita. El nuevo paso en esta estrategia rupturista se dio ayer en Galicia: cerca de 300 militantes anguitistas de Esquerda Unida-Esquerda Galega (EU-EG), arropados por la plana mayor de IU, se autoconstituyeron en un nuevo grupo político que acudirá en solitario a las elecciones autonómicas el 19 de octubre. El sector mayoritario de la organización gallega, advirtió Anguita, ha quedado excluido de IU y será considerado "un adversario más".

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Si el primer objetivo se cubrió el pasado miércoles, cuando la presidencia federal de IU decretó la expulsión de Nueva Izquierda, el siguiente fue consumado ayer en la Facultad de Derecho de Santiago de Compostela: EU-EG ya no forma parte de IU, en castigo a su pacto con el PSOE para acudir a las elecciones autonómicas.Dentro de una semana, Galicia volverá a ser escenario de la tercera, y casi definiitiva, embestida contra los críticos. Ese día, los dirigentes de Nueva Izquierda y el lider de Iniciativa per Catalunya (IC), Rafael Ribó, acudirán a A Coruña en apoyo de sus compañeros gallegos, que encabeza Anxo Guerreiro. IU, advirtió Anguita, tomará nota de que están prestando respaldo a un "adversario" y actuará "en consecuencia".

Anguita, rodeado de la cúpula de IU y de representantes oficiales de todas las federaciones, excepto Castilla-La, Mancha, Cantabria y Navarra, logró reunir en Santiago a cerca de 300 personas. Un número similar al que pidió en agosto la convocatoria de una asamblea de EU-EG para revocar el pacto con el PSOE. Ya que no alcanzaban a sumar un tercio de la militancia, como fijan los estatutos, no se atendió su petición.

Pero Anguita y sus seguidores no se resignaron a la derrota. Alegaron que esa coalición contravenía la política general de IU, que estaba "viciada" al no mediar una consulta previa a las bases, y pusieron en marcha un proceso escisionista que culminó ayer. "Este acto es una ruptura, sí", proclamó Anguita, "pero provocada por una deslealtad manifiesta".

En su discurso, Anguita se dirigió a los periodistas para que diesen fe de que habían asistido a una demostración de "democracia viva". Y verdaderamente la reunión se desarrolló en una atmósfera de antiguas asambleas de universitarios por la vehemencia de las proclamas (contra el capitalismo, contra el "latrocinio y los crímenes" del PSOE ... ), por la informalidad y por la falta de controles de acceso a la sala. Se entregó una credencial a cada persona que exhibía un carné de IU, pero las puertas quedaron abiertas para periodistas, curiosos y hasta los hijos de algún militante.

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Los participantes en las distintas votaciones oscilaron, según los momentos, entre 273 y 295, y sólo 14 se expresaron en contra de la ruptura con el sector mayoritario. En cambio, surgieron mayores protestas cuando se trató de elaborar las listas. Divididos según las provincias, los dirigentes se desperdigaron por aulas y pasillos. Los candidatos se ofrecían voluntarios o los proponía alguien, y los demás decidían a mano alzada. En sólo seis horas se consumó una escisión, se creó un nuevo grupo político denominado Izquierda Unida-Esquerda Unida y se eligieron sus primeras candidaturas.

Los mismos promotores de la ruptura reconocen que sus posibilidades de obtener un escaño en el próximo Parlamento gallego son nulas. Pero, según Anguita, se trata de una cuestión de "dignidad". Ayer se ofreció a recorrer en la campaña "hasta el último pueblo de Galicia" con una idea básica: "Hay que desalojar a Fraga y a Aznar, pero eso no es un fin, sino un paso para otra política".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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