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SALAMANCA

El que da lo que tiene...

El que da lo que tiene, no está obligado a más. Muy bien dicho, sí señor. En ese caso, apaga y vámonos porque no hay que pedirle peras al olmo. Lo que pasa es que a mí me parece que desde que a los toreros les ha dado por ir en furgonetas, como honrados industriales, el trabajador del toreo ha proliferado de manera desusada. La clase siempre fue privilegio de escogidos, pero, sin llegar al extremo de los exquisitos, tengo para mí que antes era menos difícil que ahora encontrar toreros con cierto toque de personalidad. Ahora impera el adocenamiento y casi podría decirse, con ligeros matices, que visto uno, vistos todos.El cartel de ayer era una modesta combinación de toros y toreros. Toros de esos que salen como si les hubiera dado un aire, que necesitan su tiempo para entender que su obligación requiere un cierto esfuerzo y que, en el mejor de los casos, se dejan en la muleta, como dicen los taurinos. Eso de dejarse es un verbo curioso, que ya lleva en sí mismo un cúmulo de tétricas desilusiones, porque conjugarlo y certificar la ausencia del toro de lidia, es todo uno. Los toreros salieron dispuestos a cumplir y lo hicieron. Sólo que ahora mismo es difícil recordar algo sobresaliente, porque no creo que a la voluntad de cumplir se le puedan o deban poner laureles. Los tres se justificaron, y la plaza, público y palco, deseosos de convertir la tarde en triunfal, volvió a derrochar orejas. A las furgonetas les echo la culpa de muchas cosas; a eso y a las botellas de plástico y a la ausencia del botijo y el vasito de plata para el matador. Todo eso son cosas superfluas, en efecto, pero que contribuyeron siempre a hacer de este espectáculo algo singular.

Los Bayones / El Cordobés, Sánchez, Liria

Toros de Los Bayones, mansos, sospechosos de pitones y manejables; el 6º, bronco. El Cordobés: saludos y oreja. Andrés Sánchez: dos orejas y saludos. Pepín Liria: oreja y saludos. Plaza La Glorieta, 12 de septiembre. 2ª de feria. Tres cuartos de entrada.

El Cordobés toreó con aseo a su primero, que se le venía de lejos con claridad y, tras una voltereta en el otro, se encorajinó y todo amenazaba con terminar en el salto de la rana, cosa que no sucedió. Valentón y cumplidor.

El local Andrés Sánchez, que salió a, estuvo muy a gusto ante el sosón segundo, toreándolo largamente sin ninguna emoción. Tranquilo a más no poder con toda la razón del mundo. En el quinto quiso redondear la cosa pero ni la faena cuajó ni la espada fue manejada con destreza, sino todo lo contrario.

Liria, que sustituyó a Finito de Córdoba, toreó forzado, encorvado y lleno de voluntad, careciendo de temple ante el rebrincado sexto.

Creo que los tres se fueron al hotel en furgoneta.

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