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Apoyo popular en México a la ejecucion extrajudicial de tres delincuentes

Desde el lunes, cuando fueron capturados durante un supuesto operativo policial en la Ciudad de México, no se tenía noticias de ellos. El hallazgo de los tres cadáveres con las cabezas destrozadas a balazos acabó con la incertidumbre veinticuatro horas más tarde. A las protestas de los familiares de los jóvenes, que tenían antecedentes penales, unos ciudadanos hastiados de crímenes han respondido de forma virulenta. "Eran puras lacras", "se lo merecían", vomitan cientos de oyentes en los programas radiófonicos. Las autoridades hablan ya de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes.Todo comenzó con una confusa balacera en la céntrica Colonia Buenos Aires. Atravesar este barrio, difícil de esquivar por su situación, es todo un desafío. No sólo es el núcleo de venta de accesorios de coche robados. Jóvenes con armas de grueso calibre y gatillo flojo aprovechan los semáforos en rojo para cometer tropelías contra los conductores. La más mínima resistencia suele acabar en muerte.

Hace un par de semanas, las autoridades de la capital decidieron llevar a cabo en la Buenos Aires operativos casi diarios, que han levantado las protestas de los vecinos. El lunes no había ninguno previsto. Sin embargo, un tiroteo entre policías y paisanos dejó dos muertos: un agente y un civil. A Juan Carlos, de 17 años; Daniel, de 21, y Oscar, de 23, se los llevaron unos "hombres vestidos de negro". Después del hallazgo de sus cadáveres, se ha denunciado la desaparición de tres jóvenes más.

Cien policías investigados

Las primeras investigaciones apuntan a un ajuste de cuentas entre narcos. El jefe de la Seguridad Pública, el general Enrique Salgado, no descarta la implicación de policías corruptos, que hayan aprovechado las redadas oficiales para montar una redada ficticia y arreglar cuentas. De momento, cien agentes están sometidos a investigación. El general Salgado asegura que se actuará con "toda energía "

El caso ha desatado las pasiones más encontradas. Las organizaciones de derechos humanos están espeluznadas. Los partidos políticos han condenado los hechos. Los vecinos y familias de las víctimas bloquean las avenidas clamando justicia. El lunes mismo, la familia de Daniel instaló el féretro en plena calle, donde, por cierto, dos fotógrafos de prensa fueron asaltados por una pandilla que se dispersó entre los deudos.

Todas las protestas se han topado con un muro inflexible: el del hartazgo de los habitantes, víctimas cotidianas de una delincuencia que azota, sobre todo, a las clases medias. Las emisoras de radio están desbordadas. "No les pongan piel de cordero a las familias de esos delincuentes, porque ellas vivían de estos hechos nefastos". "Que den gracias a Dios porque los mataron y no los lisiaron, como ellos han hecho con otra gente".

El triple crimen tiene todas las aristas del fenómeno de la delincuencia en la ciudad de México que, con 700 delitos diarios y una corrupción policial galopante, se ha convertido en los dos últimos años en una de las capitales más peligrosas del mundo. La violencia y el miedo han terminado por dinamitar la convivencia.

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