Cuestión de puntería
Fermín Bohórquez descordó al primer toro y le llamó la atención un espectador de las talanqueras. Asomó un hombro y media cara entre los barrotes y le dijo: "A ver si clava usted donde es debido". Respondió Bohórquez: "Como exigen ustedes que clavemos arriba suceden estas cosas". Terció otro espectador: "Si apuntara al hoyo de las agujas no habría problema".Mucho se pide: apuntar al hoyo de las agujas. Ya casi nadie lo hace, ni a caballo ni a pie. Los toreros apuntan a cualquier sitio menos al hoyo de las agujas. De unos años acá se llevan los pares de banderillas traseros y caídos, los bajonazos traseros. No es casualidad: como por lo común se banderillea a cabeza pasada, como se mata echándose fuera, todo queda trasero y lateral.
Millares/ Bohórquez García
Toros despuntados para rejoneo de Los Millares, terciados, bravos. Fermín Bohórquez: pinchazo y rejón descordando (silencio); rejón descordando (palmas y saludos). Miguel García: rejón trasero caído (oreja); rejón ladeado (oreja). Los dos en collera: dos pinchazos y metisaca trasero (vuelta por su cuenta).Plaza de Arganda del Rey, 11 de septiembre. 4 corrida de feria. Lleno.
Los rejoneadores tienen más difícil acertar, aunque apunten, pues les condiciona la cabalgada y la longitud del instrumento toricida. Pero también eluden la reunión y proliferan los rejonazos descordando. Bohórquez volvió a descordar y al público le contrarió que se repitieran las penosas imágenes del toro debatiéndose contra la súbita paraplejia. Por eso a Miguel García, que estuvo más decoroso al matar, le premiaron con orejas y a Bohórquez le castigaron sin postre.
El público de Arganda tiene usía. Generoso en la concesión de orejas, no se crea que es desapercibido ni desinformado. Calibra el toro, valora su buena lidia, menosprecia el ventajismo de los pegapases. Rejones y banderillas que Bohórquez o García prendieran en los costillares o en las paletillas, los afeaba; si quedaban arriba, los aplaudia; si además el jinete ejecutaba las suertes con acabada reunión, lo aclamaba.
Total, que el público argandino aplaudió lo justo. No mucho. Con mayor intensidad a Bohórquez, que aparte descordamientos y metisacas se mostró torero, menos a García, que -aparte rejones de rápido efecto- estuvo poco brillante e incluso uno de los torillos le alcanzó el caballo y lo acosó contra la barrera sin que, afortunadamente, sucediera nada irreparable. El desmochamiento del toro influyó en que los derrotes resultaran incruentos. Los rejoneadores gozan de esta ventaja reglamentaria del toro desmochado. Mas no se crea que los toreros de a pie tiene peor trato: se los echan igual de desmochados y no pasa nada.
A guisa de fin de fiesta, los dos rejoneadores perpetraron colleras, y agravaron esa intolerable agresión a dos bandas clavando donde cayera. Aquello ya no era cuestión de puntería sino de civilidad.
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