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Enrique Bunbury debuta en solitario combinando 'techno' y rock

Diego A. Manrique

Héroes del Silencio, el único grupo español de rock que triunfó con el castellano en Europa y en América, discretamente dejó de existir el pasado año. Enrique Bunbury, su cantante e ideólogo, reaparece como solista con Radical sonora, un disco grabado en Londres con la ayuda de Phil Manzanera. Según él, "es el disco de un nómada que está convencido de que se puede hacer rock con instrumentos árabes o con ordenadores".El pasado 11 de agosto, Enrique Bunbury cumplía los 30 años. No sintió nada especial, asegura: "Lo que sí esperaba era llegar a los 18, por aquello de ser considerado mayor de edad y poderme ir de casa". Aunque los actuales también son tiempos de emancipación: ya está sonando Salomé, el adelanto de su primer disco en solitario, Radical sonora (a la venta el 22 de septiembre), que viene firmado por Bunbury, a secas, el apellido que encontró en un texto de Oscar Wilde.

Radical sonora pudo ser el quinto disco de estudio de Héroes del Silencio, pero no hubo entendimiento con sus compañeros de grupo: "Yo pretendía seguir haciendo rock, pero distanciándome de los clichés, utilizando instrumentos no convencionales". Se trataba también de cambiar el ritmo de vida: "Me había desencantado de la carretera.

Héroes llegó a estar un año entero de gira, dando unos 150 conciertos a lo largo y ancho de dos continentes. Cada noche debes recrear algo que grabaste mucho tiempo atrás y vas perdiendo el estímulo. Que conste que no me quejo del mundo del rock; ha sido una gran universidad de la vida".

En su disco, esa voluntad de ruptura se traduce en la integración de máquinas digitales en esquemas de rock (más unos discretos toques hindúes o magrebíes). "Parto de la idea de que The Prodigy es tan rock como Elvis Presley", explica Bunbury.

En las letras, Radical sonora opta por huir de la opacidad de buena parte de los trabajos de Héroes del Silencio: abundan las proclamas de insurrección, las odas a la mujer, la aproximación a lentos modos de vida orientales. Una nueva claridad, aunque la voz de Enrique esté distorsionada o transformada en ocasiones. No se trata de expiar los excesos literarios de otros tiempos, se apresura ya a aclarar: "Empecé a sacar discos hace 10 años y, ciertamente, mis metáforas muchas veces no eran acertadas. Puedo reconocer que había canciones extremadamente pretenciosas, pero prefiero pecar por exceso de ambición que por lo contrario. El rock español pocas veces se ha atrevido a experimentar con las letras y los conceptos, a diferencia de, por ejemplo, el rock argentino. Así se explica que haya un género, el rock urbano, que yo creo que sólo tiene fuerza en España, y que se distingue por los textos más simplones del mundo".

Radical sonora se fraguó en uno de esos viajes a Marruecos donde Enrique se mueve solo: "Reivindico la necesidad de andar sin lastres. Los lugareños sólo se abren cuando te ven como un buscador, no como alguien a quien vender alfombras".

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