Boda real en Navalcarnero

Cañero y Sayalero, dos caballos de pura raza, hicieron ayer el recorrido más ilustre de su existencia. Empujaron la calesa en la que Miriam Mazuecos, la reina de las fiestas de Navalcarnero, aparecía convertida en la princesa Mariana Austria. Detrás, un fingido rey Felipe IV -acompañado de escolta, músicos, cómicos, gigantes y cabezudos- se dirigía hacía la ermita de San Cosme para unirse en matrimonio, a la que seria su segunda esposa, 16 años menor que él. Navalcarnero revivía ayer, 348 años después, la boda real de Felipe IV.Ninguno de los protagonistas de la recreación se dedica al teatro (ella es estudiante y él ganadero), pero aceptaron casarse a propuesta del grupo teatral Camaleón, que organizó la representación. Se trataba de recordar la auténtica boda real que se celebró en esa localidad en el año 1649. Pero ayer la historia cambió, ya que la comitiva del rey no pudo alcanzar el trote de Cañero y Sayalero, y Mariana de Austria tuvo que esperar al novio más de veinte minutos a la puerta de la iglesia.

Tras la ceremonia, el matrimonio llegó a la plaza de Segovia a saludar a un pueblo que festejaba el enlace con bailes, comida y torneos de mus o ajedrez en los que se obsequiaba con una gallina viva a los ganadores.