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La Operación Asfalto sepultó las vías de la calle del Humilladero, el penúltimo vestigio del tranvía

Los más apreciables restos de tranvía que sobrevivían en la capital, los 200 metros de raíles en la calle del Humilladero (Centro), duermen ahora el sueño de los justos bajo una gruesa capa de alquitrán. La Operación Asfalto ejecutada por el Ayuntamiento en agosto no se preocupó de esta circustancia y arramblo con el férreo vestigio, así como con el clásico adoquinado de esta vía. Un portavoz de la concejalía de Obras se limitó a referir que su departamento no pone "ningún cuidado especial" con las antiguos rieles del tranvía, puesto que no cuentan con protección urbanística de ningún tipo.

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Los escasos comerciantes que tenían abiertos sus establecimientos en la calle del Humilladero el pasado mes de agosto sólo pudieron limitarse a contemplar el sepultamiento con ojos de estupor. Las viejas vías, relatan ahora los tenderos de la zona, formaban parte del paisaje cotidiano y contaban con un significado a caballo entre lo nostálgico y lo entrañable.Tras la desaparición de estos restos, sólo hay un punto en todo Madrid en el que las vías de antaño siguen siendo visibles: la glorieta de Quevedo, en el distrito de Chamberí, según el relato de varios expertos en transporte público.

En tiempos, la calle del Humilladero la surcaba la línea 24 del tranvía, que nacía en la muy castiza plaza de la Cebada y descendía hasta el barrio de Carabanchel. Ese primer tramo lo aprovechó el director cinematográfico Jaime Chávarri para ambientar su filme Las bicicletas son para el verano (198 3), la película sobre la posguerra madrileña en la que debutó, cuando tenía 16 años, el actor Gabino Diego. Otros destacados ejemplos de la historia del cine español también se han centrado en Humilladero, como Surcos (1950), película de la que es autor José Antonio Nieves Conde.

Precisamente, Nieves Conde no se mostró apenado al saber por este periódico de los efectos de la Operación Asfalto en esta calle. "Las vías solas no me decían nada", exclamó. Y recalcó: "El folclorismo y el casticismo son un excremento que le queda a Madrid desde finales del siglo XVIII y que le ha hecho mucho daño a esta ciudad".

Cosas con solera

No son de la misma opinión muchos de los vecinos consultados por este periódico. Cristina González recordó que el asfaltado se materializó "un par de días antes de que pasara por aquí el alcalde en la procesión de la Virgen de la Paloma", y no escatimó epítetos poco halagadores: "Ha sido escandaloso, espantoso y sin aviso previo. Me vine a este Madrid para disfrutar de las cosas con solera, así que ahora estoy por marcharme del barrio".

Javier Lozano, compañero de portal, asentía con la cabeza. "Mientras rehabilitan otros barrios, aquí nos dejan sin adoquines antiguos. Esto ha sido un pecado", murmuró. Y Ángel Luis, de un comercio cercano, destacó que las vías "se veían bien y no molestaban para aparcar ni para nada".

El caso es que el Ayuntamiento de Madrid lleva años "estudiando" la posibilidad de instalar nuevas líneas de tranvías, en concreto en la avenida de Córdoba (uno de los ejes principales del distrito de Usera que va a ser objeto de una completa renovación urbanística) y en el paseo de la Castellana. Sin embargo, el Gobierno municipal del Partido Popular no acaba de decidirse.

El alcalde, José María Álvarez del Manzano, levantó la liebre en septiembre de 1995 al decir que el tranvía "es un medio de transporte más caro, pero dura más". "Hay dos zonas en las que se podrían instalar tranvías", añadió por entonces el regidor, "la nueva avenida de Córdoba y la Castellana, desde Atocha a la plaza de Castilla, con lo que cruzaría el eje cultural del paseo del Pardo".

A pesar de que poco se ha hablado del tema desde entonces, el Ayuntamiento de Madrid sigue manejando algunas ideas. El gerente de la Empresa Munipal de Transportes (EMT), Tomás Burgaleta, aseguró el pasado jueves que en su mesa tiene dos estudios "teóricos" para la puesta en marcha de dos nuevas líneas de tranvía en la gran ciudad.

La solución del año

La revista semanal norteamericana Newsweek, en un reciente artículo especial dedicado al tráfico en las ciudades europeas, aseguraba que el regreso del tranvía es una de las "soluciones del año" para las atascadas capitales del viejo continente. "La prueba es Zúrich", proseguía la publicación, "donde los tranvías se deslizan a través del corazón de la ciudad con puntualidad cronométrica".

Un buen puñado de urbes europeas como Roma, Londres, Dublín, Estocolmo y Burdeos tienen previsto instalar tranvías. Este sistema de transporte desapareció de las calles de Madrid el 2 de junio de 1972, despúés de prestar servicio a los ciudadanos durante 101 años. El último recorrido de los tranvías fue San Blas-Plaza de Castilla.

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