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Tribuna
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Sentido de la dificultad

La década de los años noventa no ha sido benévola con la arquitectura europea. Primero, James Stirling; luego, Manfredo Tafuri y ahora, Aldo Rossi: todos se han ido. Tres figuras que en la generación posterior a la guerra contribuyeron a reavivar el espíritu de la arquitectura. Más aún, los tres, cada uno a su manera, llevaron ese espíritu a Estados Unidos.Aldo era uno de los grandes. Tenía un sentido especial que le hacía destacar sobre los demás. Por lo que a mi se refiere, cuando el Institute of Architecture and Urban Studies (IAUS) iniciaba su andadura, Aldo siempre estaba allí, dispuesto a ayudar. Enseñaba, dibujaba y escribía, siempre con ese sentido de la dificultad que entraña la arquitectura. Su Trienal de Milán y su Bienal de Venecia trasladaron al público ese sentido de la dificultad.Siempre recordaré aquella noche en la que el Círculo de Arquitectos de Nueva York celebraba una cena de gala en el Century Club, antes de la importante inauguración en el Museo de Arte Moderno de una exposición de arquitectura en la que estábamos todos, salvo John Hejduk, por el que Aldo y yo brindamos en el Plaza en señal de protesta.Ya en su trascendental cementerio de Módena le acompañaba una sensación de presagio, la sensación de la sombra de su propia muerte. Ahora le ha alcanzado. Un 4 de septiembre, hace 98 años, nació mi padre. Hoy [por ayer], uno de mis hermanos ha muerto.

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