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54º FESTIVAL DE VENECIA

Una película británica relata el esplendor y el desastre de Oscar Wilde

La Mostra convoca, sin contar con su presencia, un homenaje a Stanley Kubrick

Los altibajos del concurso, sin perder brotes de calidad, condujeron a dos jornadas demasiado previsibles. La elección sistemática de cine contra la corriente desembocó en la paradoja de una rutina de lo antirrutinario, y tras nueve días de cine anticonvencional se agradeció respirar un poco de convencionalismo, ya que detrás de él hay la inteligencia, el buen gusto y la generosidad que llena la película británica Wilde, que con maneras sencillas y ambición de lograr mucha audiencia dibuja un perfil muy bien hecho de la vida del célebre escritor, desde sus días de esplendor hasta los de su desastre final.

Por otra parte se anuncia un homenaje a Stanley Kubrick, cineasta estadounidense afincado en Londres, que no romperá su acostumbrado aislamiento para venir a recibirlo y será representado por Nicole Kidman, protagonista de su última y todavía inédita película Eyes wide shut. El acto tendrá lugar el próximo sábado, tras la proyección de una copia restaurada de La naranja mecánica, y como adelanto la Mostra ha editado una primorosa monografía dedicada al cineasta, que ha sido esbozada y dirigida por el crítico francés Michel Ciment, que desde hace décadas viene estudiando minuciosamente y a fondo la obra del director neoyorquino. Abre este libro la magnífica entrevista que Vicente Molina Foix hizo a Kubrick en 1980 y que fue publicada en el suplemento Artes de este periódico.Las palabras del cineasta que encabezaron aquel encuentro ("el misterio es más fuerte en el arte que en la vida") son hoy una radiografía perfecta de este raro y complejo artista, que desde hace mucho tiempo esconde su persona detrás de su obra. Después de 10 años de encierro silencioso en su infranqueable intimidad, Kubrick está sumergido estos días en el laborioso -y obsesivo, como en todo perfeccionista- proceso de montaje y afinamiento de su película número 13, Eyes wide shut, de la que no se conoce ni un solo fotograma. Cuando se planeó el libro se contaba con la posibilidad, por remota que fuera, de que esta nueva, y nuevamente misteriosa, película de Kubrick estuviera en condiciones de estrenarse aquí. Pero los tiempos creativos de este hombre escapan a cualquier cálculo y ni él ni su filme acudirán el sábado a Venecia.

Misterio, vida y arte

En otro complejo artista, Oscar Wilde, parece ocurrir lo contra, río que en Kubrick: el misterio de su vida es más fuerte que el de su arte. Este, incluso en oscuridades como las de la Balada de la cárcel de Reading, alcanza destellos de diafanidad, mientras el doloroso proceso, público e íntimo, que le condujo del esplendor de las cúpulas de la sociedad británica victoriana al destierro a las cloacas de la miseria y la soledad, no está del todo descifrado y quizá tiene algo de indescifrable.

Es este misterio, el de su vida, lo que indaga la cámara del británico Brian Gilbert en Wilde, que ve en él a alguien que tuvo la fortuna y la desdicha de ser el primer hombre verdaderamente moderno en medio de una: sociedad cerrada sobre sí misma, y estancada y atrapada por las redes de la más antigua quietud, la que acompaña al sentimiento de plena posesión del poder, ese feroz moralismo que dejan escapar las sociedades prepotentes y endiosadas, que no soportan la presencia de un genio libre e iconoclasta como Oscar Wilde y lo echan de sus estancias como si fuera un perro apestado.

Triste melodrama portugués

Perros apestados son también los míseros personajes del lúgubre y tristísimo melodrama portugués de Pedro Costa titulado Ossos, habitantes de un estercolero humano donde toda regla de vida ha sido abolida y sólo quedan vigentes las informes leyes de la supervivencia. Perros apestados son también los policías que se aniquilan entre sí en el brutal y espasmódico -y no obstante atravesado por un fuerte lirismo- arreglo de cuentas que el japonés Takeshi Kitano organiza en las plácidas imágenes de Hana-bi.

Perros apestados son también los delirantes despojos humanos que el brasileño Walter Lima desata en- las imágenes de La ostra y el viento. Perros apestados son también los cuatro personajes escapados de una pesadilla de Franz Kafka que el belga Benoit Lamy nos regala en su claustrofóbico e indigerible Combate de fieras.

Y sólo la película italiana Osovodo, dirigida por Paolo Vizi, nos proporcionó ayer un poco de alegría de vivir en medio de un chaparrón de (buenas y menos buenas) irrespirables negruras.

[Por otra parte, el cineasta chino Zhang Yimou que presentó el martes su película Keep cool, declaró al diario italiano Corriere della Sera que lo había hecho sin la autorización del Gobierno de su país y no excluye la posibilidad de que China tome represalias. El director chino, que compite por el León de Oro, obtuvo ya este galardón en 1992 por el filme Qiu Ju, una mujer china no descarta que las autoridades de su país le retiren el pasaporte. El cineasta negó asimismo que su presencia en Venecia se pueda interpretar como "un signo de apertura" por parte del Gobierno chino".]

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