Detrás de la 'Mir'
EL PRESIDENTE Borís Yeltsin, expresó ayer su apoyo a la industria aerospacial rusa cuando sus astronautas en la estación Mir estaban a punto de empezar la reparación del módulo dañado en una colisión el pasado 25 de junio. Este apoyo es muy necesario y tendrá que plasmarse en fondos suficientes para el proyecto de estación espacial internacional Alfa si se quiere superar la grave crisis de confianza derivada de los últimos contratiempos en la estación, escaparate durante 11 años de la capacidad técnica rusa. Pero no hay que olvidar que, pese a todas sus dificultades políticas y económicas, Rusia sigue siendo el único país que mantiene una estación en órbita (aunque probablemente no por mucho tiempo), con lo que ello implica para el futuro de la colonización espacial.La reparación, con ser insólita, no era mucho más arriesgada que un paseo espacial normal, y en eso estaban de acuerdo los especialistas rusos y los estadounidenses. Pero sí era la primera de este tipo que tenía lugar bajo el escrutinio segundo a segundo de los medios de comunicación, y especialmente de los de Estados Un¡dos, país en el que la preocupación por su astronauta en la Mir, Michael Foale, ha alcanzado niveles de histeria, azuzada por la oposición política a Clinton. Así, los retrasos inherentes a la forma de trabajar en el espacio de los rusos, que tan buenos resultados les ha dado, se magnificaron ayer como grandes reveses.
El programa espacial es una de las víctimas más notables de la crisis económica que afecta a Rusia. Como en otros aspectos, en su socorro acudió Estados Unidos, que forzó en 1994 a sus socios de la futura estación espacial internacional Alfa -Europa, Canadá y Japón- a aceptar la presencia, de Rusia en el proyecto. Así, por motivos políticos, Estados Unidos se comprometió en una serie de misiones conjuntas con Rusia.
Desde entonces los problemas siguen en aumento. El proyecto Alfa, retrasado recientemente un año por falta de dinero en Rusia para cumplir su parte en la construcción, se ha convertido en un dolor de cabeza para Clinton, y los republicanos amenazan con un proyepto de ley que prohibiría el envío de tripulantes estadounidenses a la Mir si ésta no superara un chequeo de seguridad hecho por la NASA. La próxima misión del transbordador estadounidense a la Mir está prevista para finales de septiembre y la NASA pretende seguir adelante con ella, a pesar de que ha tenido que cambiar el astronauta previsto -una mujer po,r un hombrepor deseo expreso de la parte rusa.
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