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FERIA DE BILBAO

Los 'rajaos'

Los toros, todos salvo uno, se rajaron. Es como se dice ahora. Los taurinos y quienes se les acercan para estar en la pomada, cuando los toros se comportan como estos Palha que abrieron la parte seria de la feria bilbaína comentan que acabaron rajaos. Si son castizos madrileños dirán rajaus, lo que tampoco está mal.Sentencia uno que los toros se rajaron y ya pasa por experto en tauromaquia.

Hay una nueva jerga taurómaca creada por banderilleros malos y apoderados analfabetos que ha convertido el riquísimo vocabulario taurino en palabrería inútil. No se crea, sin embargo, que ha sido éste un fenómeno gratuíto. Las nuevas definiciones se corresponden a los nuevos conceptos del toreo con exactitud matemática.

Palha / Caballero, Vázquez, Sánchez

Toros de Palha, bien presentados, desiguales de comportamiento, 1º excelente, 4º manso dificultoso, resto flojos y aplomados.Manuel Caballero: pinchazo perdiendo la muleta y estocada ladeada (petición y vuelta); estocada corta y dos descabellos (ovación y salida al tercio). Javier Vázquez: estocada caída y cuatro descabellos (silencio); tres pinchazos feos, media tendida atravesada y estocada (silencio). José Ignacio Sánchez: estocada atravesada (silencio); pinchazo hondo y cinco descabello (algunos pitos). Plaza de Vista Alegre, 17 de agosto. 2 a de feria. Dos tercios de entrada.

El vocabulario taurino clásico daba voz a las múltiples circunstancias del toro y de la lidia -que siempre tenían su. aquel, mientras en la tauromaquia moderna toro y lidia se definen con cuatro palabras pues no hay nada más que contar: el toro sirve o no sirve; la lidia ni existe.

La corrida fue expresión cabal de la tauromaquia moderna: por ejemplo, no se vio ni una verónica. Se hacían presentes los toreros, largaban tela, y lo normal era que acabaran acosados y desarmados.

Los picadores, ajenos a las reglas del arte, desahogaron sus inclinaciones carniceras perpetrando cariocas, sin miramiento alguno a la piedad y a la decencia.

Los peones banderilleaban a la buena de Dios y quiso Dios que no les sucediera nada malo. Hubo uno que necesitó dar media docena de pasadas en falso para prender un solo palo al toro que hizo sexto.

Llegaban luego los turnos de muleta y resultó que los toros -todos menos uno- se habían rajado. Deberían ahora explicar los expertos que emplean esta expresión de la nueva jerga dónde estuvo la causa de que los toros se rajaran. Porque mansos no parecían. Incluso los hubo que desarrollaron bravura en la prueba del caballo. El mencionado sexto hasta derribó. Y precisamente el único manso declarado -rebrincón al sentir el hierro, despavorido en sus huidizas correrías-, fue el que finalmente menos se rajó.

A este toro, cuarto de la tarde, lo muleteó combativo Manuel Caballero, sin lograr dominarlo pero dejando constancia de su pundonor. El público se lo agradeció en el alma. El público estaba a favor de Caballero y deseaba desagraviarlo porque el presidente no le había concedido las orejas del toro que abrió plaza a pesar de que las había pedido con fenomenal griterío.

He aquí otro motivo de discusión -las orejas-, pues a ese toro primero, bravo en varas, de encastada nobleza, Manuel Caballero le había pegado muchos y muy ardorosos pases.

Pegar muchos y muy ardorosos pases enardece a los públicos de la moderna tauromaquia; lo qué más. Un torero que se salga con finas probaturas, con propósitos de practicar el toreo y si no puede da por finalizada su labor, es objeto de sospecha. Javier Vázquez y José Ignacio Sánchez intentaron torear a sus toros, sacaron algún pase estimable -par de naturales de José Ignacio Sánchez poseyeron el aroma del toreo bueno- pero como esos toros estaban rajados y se negaban a embestir, abreviaron sus faenas. Y al público le sentó fatal. El toro primero, en cambio, embestía boyante y Manuel Caballero lo toreó a destajo, pegó docenas de pases fuera de cacho, metía pico, el temple daba igual, y aquel afanoso rebullir con menudeo de triunfalistas desplantes entusiasmó al público, bilbaíno. Utilizando la jerga en vigor, los taurinos precisarán que el toro sirvió, que Caballero estuvo importante y que negándole las orejas el presidente le robó, la puerta grande. Y se quedarán tan anchos.

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