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Varios 'cacos' lograron llevarse joyas que la policía exhibía como robadas

Algunos cacos hicieron su agosto en la exposición de joyas y alhajas que la policía exhibió como robadas en la comisaría de Ventas durante los meses de mayo y junio de 1994. Tres años después de la entrega de las joyas a quienes alegaron ser sus dueños, la exposición se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para jueces y fiscales. Al menos dos visitantes de aquella exposición eran unos presuntos impostores, pues se adueñaron de valiosas joyas (entre ellas, un reloj Cartier de oro tasado en 1.200.000 pesetas) con facturas totalmente falsas. Contra estas dos personas existe hoy una petición de cárcel de la fiscalía de Madrid por delitos de estafa y falsedad.Pero esto no es todo: otros tres visitantes de la muestra, al verse sorprendidos y para no tener problemas con la justicia, han devuelto las joyas que se llevaron como propias, y además existen denuncias contra otras 15 personas que también se llevaron joyas y sobre cuya titularidad gravitan grandes dudas. Las joyas habían sido decomisadas semanas antes del inicio de la exposición en un taller de la calle de Sierpes (Arganzuela), propiedad de Israel S. G., quien estuvo dos meses en prisión por esta causa. La policía registró su local, con la preceptiva autorización judicial, creyendo que hallaría parte del botín sustraído meses antes, en febrero de 1994, en un atraco con butrón perpetrado en una oficina del Banco Central Hispano, donde los ladrones desvalijaron más de 150 cajas de seguridad. Luego se descubrió que las joyas nada tenían que ver con el butrón del banco.

No obstante, las alhajas intervenidas se expusieron al público al tener la policía el convencimiento de que procedían de robos y que el dueño del taller era un perista. En ese taller, supuestamente, se fundían joyas y alhajas que luego se reconvertían en nuevas, según adujo entonces la policía. El dueño del taller, tres años después, insiste en que "es totalmente incierta" esa acusación. Mantiene que las joyas decomisadas o eran suyas o de clientes que acudían a él para repararlas.

Tras salir de la cárcel, Israel presentó toda una batería de denuncias contra las personas que retiraron joyas de la exposición. Algunas denuncias ya investigadas le dan la razón. "La policía y el juez han metido la pata y ahora no saben cómo arreglarlo", asegura. De todas formas, el dueño del taller figura como imputado por receptación en esta causa. Según fuentes jurídicas, no ha podido acreditar la procedencia de algunas de las joyas cuya titularidad reclama y que entonces le fueron intervenidas. "Las que no he podido acreditar como mías es porque las tengo desde antiguo, de mi familia, pero son mías", dice con ahínco.

Una mujer se enfrenta a un año de cárcel acusada de adueñarse de un Cartier de oro

Las denuncias contra los presuntos impostores se están tramitando en distintos juzgados de la plaza de Castilla. Algunas están archivadas (y recurridas ante la Audiencia de Madrid por el dueño del taller) y otras, en una fase de investigación muy avanzada. En dos de los casos, la fiscalía de Madrid ha formulado ya un escrito de acusación.Es el caso de María Coronel de Palma, una acaudalada vecina de Pozuelo de Alarcón. Esta mujer se llevó de la exposición un reloj Cartier de oro, valorado en 1.200.000 pesetas, y un anillo plagado de brillantes. El fiscal le pide ahora más de un año de cárcel por delitos de estafa y falsedad. Coronel de Palma se presentó en la exposición con una factura de la joyería de Pedro Vargas (número 940.601) y un certificado de garantía de la firma Cartier. Con ambos documentos, que la fiscalía de Madrid tacha de falsos, consiguió que le dieran el reloj Cartier. Tanto el joyero Vargas como la firma Cartier han negado haber vendido tan lujoso reloj a la acusada. Coronel de Palma también se llevó de la exposición un anillo de oro con brillantes y tasado en unas 400.000 pesetas.

Uno de los requisitos para poder reclamar como propio en una exposición una joya u otro artículo consiste en aportar la denuncia con la fecha del robo y características del bien sustraído. En el caso del reloj, la acusada carecía de la oportuna denuncia. Indicó que el robo del reloj se había producido en su casa durante una fiesta entre amigos, y que le dio pudor denunciarlos y obligarles a pasar por una comisaría. Eso sí, se lo dieron merced a la facturas falsas antes citadas.

Facturas falsas

Para llevarse el anillo de oro con brillantes, exhibió una factura, cuya autenticidad se está investigando ahora, aunque los primeros indicios apuntan a que también puede ser falsa, y una denuncia en la que señalaba que, tiempo atrás, le habían robado "un anillo de oro con 56 brillantes" valorado en unos siete millones de pesetas. Pero lo cierto es que de la exposición salió con un anillo con 21 brillantes, pero no con el de los 56 que ella había denunciado. "Ese anillo es de mi mujer, y tengo pruebas hasta notariales. La factura que presentó esta señora, de la joyería Villanueva y Laiseca, es manifiestamente falsa", asegura el dueño del taller. Aún no ha devuelto ni el anillo ni el reloj, pero "tendrá que hacerlo tras el juicio", asegura el dueño del taller.

La fiscalía de Madrid también pide una pena que ronda los tres años de cárcel para otro visitante de aquella exposición que, presuntamente, también logró burlar a la policía y se llevó un anillo de brillantes tasado en más de 250.000 pesetas. Este hombre (cuya identidad no ha podido ser conocida) aportó a los agentes una denuncia en la que narraba que le habían robado un anillo hecho con brillantes de 0,40 kilates. "Sin embargo, de allí salió con un anillo distinto, que, además, contenía 12 brillantes de 0,80 kilates, de los que por cierto no hacía mención alguna en su denuncia", afirma también, y exhibe documentación al respecto, el dueño del taller.

Cruz de oro y brillantes

Algunos de los jueces que investigan las consecuencias de tan rocambolesca exposición están observando que entre muchas de las. denuncias que sirvieron para recoger joyas y las que luego se retiraron de la muestra hay claras diferencias.

Este es el caso, por ejemplo, de M. C. C. Esta mujer salió de la exposición con un anillo de oro de 18 kilates, cuando en realidad ella había denunciado la sustracción. de un anillo "de oro bajo"; es decir, bañado en oro. Tras ser denunciada, lo devolvió al dueño del taller.

Entre las personas que han admitido haberse quedado joyas que no les pertenecían, figura el representante de varias cantantes famosas. Este representante decidió devolver una cruz de oro de brillantes y esmeraldas tras ser citado por un juez de la plaza de Castilla y demostrarle éste, en presencia del dueño del taller, que la alhaja no era suya y que había mentido al reclamarla. Esta persona también ha devuelto la prenda al dueño del taller.Otro visitante también ha optado por devolver la joya que se llevó de la exposición alegando que se equivocó al identificarla. Contra estos últimos, los que han devuelto las joyas tras ser denunciados, no se va actuar judicialmente porque no falsificaron ninguna documentación y- no hay pruebas que demuestren que su acción fue ilícita.

Los fiscales están actuando contra los visitantes de la exposición que presentaron facturas u otros documentos que luego se han comprobado falsos. Los demás, en el caso de que se llegue a la conclusión de que la joya retirada no es la suya, podrían argumentar en su defensa que se trató de una equivocación. Aparte de estos cinco casos, hay otra decena de denuncias en los juzgados de Madrid contra presuntos falsos dueños.

Fuentes jurídicas aseguran que se dan casos de personas que presentan falsas denuncias por robos de joyas con vista a las exposiciones que efectúa la policía. "Hacen denuncias con descripciones genéricas, y si la policía pica, pues mejor para ellos". El dueño del taller dispone de un listado de individuos (que ha entregado a los jueces) que frecuentan las exposiciones y que periódicamente denuncian haber sufrido algún robo.

Una muestra surrealista

Fuentes jurídicas expresan sus dudas sobre las garantías que ofrece la Administración la la hora de exponer joyas y entregarlas a sus dueños , auténticos. "Aquí, a juzgar por lo que está ocurriendo, ha habido pocas garantías", señalan.Este caso (tanto el decomiso de las joyas como la posterior exhibición y entrega) "está terminando como empezó: mal. Y es que lo que mal empieza, mal acaba", indican fuentes cercanas al caso.

¿Entregó por su cuenta la policía las joyas a quienes dijeron ser sus dueños? ¿Se hizo con la preceptiva autorización judicial?

Un portavoz policial indicó a este periódico que en estos casos los agentes tienen prohibido entregar artículos robados de una exposición sin una autorización judicial previa. "Cuando alguien reclama algo como suyo, debe acreditarlo. Después, se remiten esas. pruebas al juzgado instructor y éste resuelve", señaló este portavoz policial.

En el sumario consta, sin embargo, que tanto el reloj Cartier de oro como el anillo fueron entregados sobre la marcha a María Coronel de Palma.Esta mujer visitó dos veces la exposición. En la primera reconoció como suyo el anillo y dijo que volvería otro día con las pruebas. Cuando fue para recoger el anillo se dio cuenta "sin ningún género de dudas", según se dice en el acta policial, de que el reloj Cartier de oro también era suyo. Se lo dieron sobre la marcha. Luego se ha descubierto que las facturas que presentó entonces eran falsas, según el fiscal. De hecho, tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados por este motivo.El acta de reconocimiento policial, fechada el 16 de junio de 1994, revela que, ciertamente, se le entregó el reloj en el acto. En ese momento, sin embargo, no existía autorización judicial, ya que ésta llegó 21 de junio, cinco días después. El juzgado dio orden entonces para que se tasaran las joyas y se entregasen a las "personas que las reconocieran de su propiedad con total certeza". Al entregarle el reloj, la policía le advirtió que era "en calidad de depósito, y siempre a disposición de la autoridad judicial". Aún no lo ha devuelto.

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