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La alerta sobre la red de pederastas surgió de un cambio de colegio

Todo empezó por un cambio de colegio. La mujer que dio la primera pista a la policía sobre la llamada red de pederastia del Raval oyó hablar de abusos a menores en el barrio al comentar con una vecina que la madre del niño de nueve años O. -la misma que fue detenida el pasado junio por alquilar a su hijo los fines de semana a cambio de 30.000 pesetas- lo quería cambiar de escuela. "Si lo cambian, los del nuevo colegio tendrán problemas", dice esta mujer que le insinuó la vecina.

"Problemas, por qué. No hay para tanto".

"¿Es que no sabes lo que ocurre? Este niño pasa todos los fines de semana en la casa de un señor a cambio de dinero y los padres lo saben y lo consienten".

La mujer, que insiste en ocultar su identidad, asegura que alertó inmediatamente a la policía de los "rumores" sobre los padres del menor que corrían en el barrio. Ese fue el primer hilo de una madeja que ha terminado con la detención de 12 personas, 5 de las cuales están en la cárcel.

La mujer que tiró del hilo está asustada. A principios de julio presentó una denuncia en el juzgado de guardia de Barcelona por amenazas reiteradas en la calle. La policía investiga la identidad de los dos jóvenes,"siempre los mismos", que la han abordado, "siempre en la misma calle", tres veces, la primera después de la detención de los padres de O.

"Dos chicos jóvenes, de poco más de 20 años, me pararon en la calle. La primera vez me dijeron que sabían que era yo quien había puesto la denuncia. La segunda y la tercera fueron más allá y añadieron que fuera con cuidado. 'Vigila dónde te metes, qué dices y qué haces", recuerda que le espetaron. No sabe quiénes son, pero le suenan del barrio. "Uno, el que habla, es rubio. El otro se limita a controlar el entorno".

"Tengo paranoia"

Las amenazas no han pasado nunca del plano verbal, dice, y así consta en la denuncia, pero añade: "Esto no evita que tenga paranoia. Voy por la calle con miedo, mirando a todas partes. Me han llamado al interfono varias veces sin decir nada. La policía me ha asegurado que no me pueden hacer daño, pero yo creo que sí".Parece ser que la vida de O. era un secreto a voces en el barrio. Incluso los niños del colegio adonde acudía le hacían bromas. "Su madre me dijo que lo quería cambiar de escuela porque le insultaban", relata la mujer que puso la denuncia. O. se encuentra ahora en un centro de menores. Su padre le visita de vez en cuando.

En el barrio, las cosas se han puesto difíciles para los padres de O. "La gente les hace el vacío. El otro día entraron en un bar y toda la gente que estaba en la barra salió del local". Ellos, según cuentan, caminan por la calle con la cabeza alta y lo niegan todo.

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