Tristona y desasistida
Tarde grisácea en la plaza de toros de El Escorial ayer, sábado. Toros que mansearon en general y que tuvieron pocos ímpetus de bravura. La regia y sobria plaza de piedra, que tiene de decorado a la bella sierra escurialense, estuvo triste y desasistida de alegría, arte y compás. En otra ocasión será, y siempre que los toros quieran y los diestros tengan a bien sentirse toreros.Litri no se confió en ningún momento con su primero, un toro colorado, manso y de fea y poca embestida, y se limitó a quitarle las moscas y a poner el punto y final con celeridad y sin dudarlo ni un segundo. En el cuarto estuvo más tranquilo y se estiró sobre la mano derecha, para conseguir series más o menos templadas, con algún muletazo suave. El trasteo perdió rumbo poco a poco, conforme el burel se fue parando. Terminó la historia en chiqueros, aunque el final lo puso El Litri en los medios de un buen espadazo.
Ibáñez / Litri, Aparicio, Tomás
Seis toros de Nazario Ibáñez Azorín, el Y devuelto por inválido; sobrero, procedencia de Pinto Barreiro.Mansos y de escaso juego. Litri: bajonazo perdiendo la muleta (silencio); estocada tendida (oreja). Julio Aparicio: pinchazo sin soltar, estocada contraria (pitos); pinchazo sin soltar y estocada desprendida (silencio). José Tomás: casi entera tendida, descabello -aviso- y dos descabellos(ovación); media arriba (palmas). Plaza de San Lorenzo de El Escorial. 9 de agosto. Casi tres cuartos de entrada.
José Tomás recibió bien de capote a sus dos toros. Manejó el capote suave y acertadamente, y el público le jaleó y animó esperanzado. Sus dos faenas de muleta fueron pulcras y tuvieron sentido, pero sobresalió la del tercero, que comenzó con unos doblones de rodilla genuflexa, hacia delante, largos, templados y bien rematados. En el apagado y reservón sexto de la tarde, José Tomás puso voluntad y no le faltó conocimiento, pero había escasa pujanza en el toro y ninguna buena idea.
Julio Aparicio no tuvo su tarde, que se dice. Sus toros colaboraron muy poco y al torero no se le vio muy dispuesto, lógico en cierta medida a la vista del material que le tocó lidiar. A su primero apenas le quitó el polvo y en el quinto hizo un esfuerzo que no tuvo resultados favorables. Dejó a Martín Recio que llevara el peso de la brega, la puesta en suerte ante el caballo del toro, un manso, flojo y de recorrido pobretón. Se molestó con alguna voz que desde el tendido le arrojó palabras con sal y vinagre, y fue entonces cuando dio los muletazos únicos que le fueron aprobados. Sin nota alta, el volumen discreto.
El peón Luciano Núñez se lesionó el tobillo cuando doblaba el último toro de una tarde a olvidar, en tanto en cuanto a la antología de la fiesta. Es de esperar que en otra ocasión busquen un ganado que tenga mejores condiciones y que alegre a una afición que se merece buenas y mejores. tardes de toros.
Babelia
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