Plan para captar información en la basura

Igor Urrestarazu tenía una innegable vocación de espía. Durante su etapa de policía municipal en San Sebastián y Zarautz, era aficionado a coleccionar cualquier papel con membrete que cayera en su poder, según fuentes policiales. Pero, además, se dedicó a controlar al PNV y al PSE-EE de Guipúzcoa cogiendo los papeles que estos partidos tiraban a la basura.El etarra llegó a la conclusión de que la basura era una mina de información. Y, como prueba, reveló en una carta dirigida a Félix Alberto López de la Calle Gauna, Mobutu, cómo había conseguido 1.000 fichas de carnés de conducir que encontró entre el material reciclable que habían recogido los Traperos de Emaús de San Sebastián. "No pude coger más porque no me cabían en el maletero del coche", explicaba.

En un documento incautado por la policía a Mobutu, y cuya autoría se atribuye a Urrestarazu, éste explicar cómo obtener datos a través de los desechos de bancos y centros oficiales y recomendaba a su jefe montar una empresa aparentemente dedicada a recoger papel. "Una cosa que tiene que quedar clara es que no tiene que oler a Movimiento [Movimiento de Liberación Nacional Vasco] ni por el forro, porque si no, la hemos cagado y únicamente reciclaremos papel de wáter", advertía.

A continuación proponía montar un equipo de dos personas con una furgoneta que se dedicaría a recoger papeles. Pero advertía: "Es importante que los que se lo currelen tengan pinta de chatarreros (no de borrokillas) para que no peguen el cante".

La propuesta enviada a la dirección de ETA recomendaba abrir un almacén de cartón "para hacer el paripé". Incluso, contemplaba la posibilidad de pedir subvención oficial. La policía descubrió la existencia del complejo de espionaje, Sarea, a través de un documento incautado a Pedro Picabea en julio de 1994. "Desde los tiempos del chino Suntzu, todo movimiento, ejército o grupo político con pretensiones de victoria ha contado con su propia red de información", razonaba el escrito. En el diseño de esa red se aconsejaba recopilar información de la prensa y meter topos en los organismos que le interesase a ETA, pero a su creador no se le había ocurrido que la basura fuese una mina.